Ha vuelto. Albert Rivera ha reaparecido y lo ha hecho ante su gente, esa que ahora mismo contempla dos corrientes bien diferenciadas en el seno del partido. Precisamente este ha sido uno de los puntos fuertes del discurso del líder en el Consejo Nacional de Ciudadanos tras una semana en el ostracismo. La fractura interna es vox populi y así lo ha hecho saber el propio dirigente. “Que monten un partido nuevo”, ha espetado en alusión a sus críticos. No obstante, desde su partido matizan que se trata de un recado a la patronal, sindicatos, bancos y quien le dice "lo que tiene que hacer".

Una sentencia que recuerda al mítico “si se quieren ir al partido liberal o conservador, que se vayan” que Mariano Rajoy pronunció en 2008. Una cita que sentó las bases para el resquebrajamiento que, aún hoy, se vive en el Partido Popular. El expresidente del Gobierno respondía así a las críticas de Esperanza Aguirre en las que deslizaba que los socialdemócratas se “sentían más cómodos” con él.

Albert Rivera ha emulado esta cita, advirtiendo a sus críticos de que la puerta la tienen a su disposición. Lo único que tendrían que hacer es, como vulgarmente se dice, cerrarla por fuera. La cerrazón estratégica del líder liberal no cesa y Ciudadanos mantendrá su ‘no es no’ a Pedro Sánchez, tan criticado por ellos mismo cuando la negativa venía del líder socialista al gobierno de Rajoy.

Paralelismos al revés

Cuando Mariano Rajoy pronunció esta cita, el Partido Popular se encontraba en un periodo de ‘apertura’. Con reservas, eso sí. La formación conservadora se desligó del hiper conservadurismo impuesto por José María Aznar para dar paso a un periodo más acercado al centro y a la moderación, aunque siempre desde los preceptos derechistas que definen al partido.

Se trata de una situación similar a la que vive Ciudadanos hoy en día, aunque en el sector opuesto. El partido de Albert Rivera ha buscado siempre -  a priori – el centro político y la “moderación” de la que tanto farda en estos momentos. Sin embargo, desde que Sánchez llegara a La Moncloa, la formación naranja, como sentenció Toni Roldán en su despedida, ha cambiado.

Ciudadanos se ha olvidado del centro político. Lo ha abandonado para abrazarse a tesis del centroderecha e incluso unos metros más allá. Los naranjas se encuentran cómodos siendo una muleta de un Partido Popular que también ha virado en sentido diestro. Pero también cuando hay que llegar a acuerdos con la ultraderecha para gobernar.

Precisamente este último punto se ha convertido en la disonancia entre los dos sectores de Ciudadanos. El ala socioliberal no concibe que se pastelee con Vox, ni que se exponga un cordón sanitario por pura cabezonería personal, lo que también les ha llevado a granjearse las críticas de su ídolo Macron y, por supuesto, a la ruptura con Manuel Valls.

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Aviso a disidentes

Rivera, en su discurso de apertura del Consejo General de Ciudadanos, ha apelado a la unión, pero también ha advertido a quienes prefieren que “Sánchez campe a sus anchas”. El líder ha aludido a sus críticos después de una semana de incógnito. Ratifica el ‘no es no’ al presidente en funciones y llama a una “oposición distinta a la del bipartidismo” que les conducirá, en un futuro, al gobierno.

Uno de sus primeros ataques al sector crítico se ha basado en los resultados del 28A y del 26M. “Bendito problema gestionar el éxito”, aseguraba Rivera tras dar la enhorabuena a los “400 gobiernos de Ciudadanos”. Poco después, el líder lanzaba la advertencia a la disidencia: “Que monten un partido nuevo”.

“Diremos no a Sánchez y sí a España”, aseguraba un Rivera que mantenía que no le importaban las presiones de “Sánchez y sus tentáculos”. La crisis difícilmente se solucione con estas palabras, aunque habrá que ver si la cita rajoyana tendrá algún efecto de cara al futuro y se produce un éxodo a una nueva o vieja formación política.