Lo ocurrido con la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo y el desenlace que ha tenido el caso de las hipotecas llenó a partir del martes por la noche los chats de WhatsApp de los jueces provocando la indignación de muchos. “Suprema vergüenza”, “a ver quién es el guapo que defiende esto”, “patético es poco”, “menudo escándalo” … Así se desahogaron los magistrados y magistradas de España, cruzando mensajes provocado por la mala gestión y el modo en el que se ha resuelto el tema. Estos mensajes no tienen desperdicio alguno para darse cuenta del hartazgo de los jueces que trabajan a diario en los jueces, frente a actuaciones que minan la imagen de independencia de la carrera.

La reacción ha estado lejos del corporativismo que sí ha estado presente en otras crisis. “La apariencia de independencia del poder judicial ha quedado muy tocada. Y eso no ha sido culpa de otros esta vez”, explica uno de esos mensajes de WhatsApp que publica El Confidencial. La sensación es compartida: desolación ante una manera de actuar que se tacha de “indefendible” y la imperceptible intención de pelear ante la opinión pública para acudir al rescate de los principales responsables del vuelco inaudito del Supremo, como el presidente de la Sala de lo Contencioso, Luis María Díez-Picazo.

Poco después de que se conociera el desenlace ya empezaron a volar distintas reacciones: “A aguantar escraches por culpa de Picazo mientras yo continúo sin ordenador”, “harta de aquellos que se cargan lo que hemos construido en meses”, “qué torpeza y qué asco”. Entre todos estos mensajes, muchos han sido los que han compartido la conocida frase de Groucho Marx: “damas y caballeros, estos son mis principios, y si no les gustan, tengo otros” criticando el comunicado con el que Picazo hizo público que convocaba un pleno que, en definitiva, se ideó para revisar un giro jurisprudencial incómodo, y en el que se refería al impacto social y económico de la cuestión.

Entre tanta opinión y reacción el tono va variando, llegando a ser mordaz en algunos casos. Como en esos en los que algunos de los magistrados niegan ser jueces para desvincularse del tema. “¿Quién me ha metido en este grupo? Yo soy fontanero” o “de esta escondo la toga y me la pongo en las cabinas como Superman su traje”, bromeaban.

Califican lo sucedido como “un tiro en el pie” que les costará superar. Sin quitarle peso a lo que tendrán que trabajar para superar este daño a la Justicia.