Un capítulo parlamentario que llega a su fin. Una vez oficializado el refrendo de Felipe VI este martes en el BOE, finaliza una legislatura de infarto después de que Sánchez hiciera efectivo el lunes el decreto-ley que la da por concluida. Llega el momento de hacer retrospectiva y plantear el nuevo escenario de cara a las elecciones generales del próximo 28 de abril. ¿Qué dejamos atrás?

La irrupción de Podemos y Ciudadanos a la estructura de partidos provocó la debacle del bipartidismo reinante hasta ahora en España. PSOE y PP se percataron de que acababa de producirse un punto de inflexión. Las mayorías absolutas quedaron atrás, obligando a las fuerzas a realizar un ejercicio de pragmatismo tanto a la hora de confrontar ideas en campaña como a la de entenderse 'a posteriori' para posibilitar su ejercicio.

Tras los primeros comicios, en los que se hizo palpable que los actores políticos no estaban dispuestos a ceder en sus pretensiones, los agentes trataron de mover sus fichas en el tablero por izquierda y derecha, al frente y atrás, haciendo un jaque ofensivo mientras cubrían la retaguardia atrincherando a sus filas.

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Ciudadanos: donde dije digo...

Cuatro años después, los bloques están más marcados y los entendimientos también, pero a nadie se le escapa la foto de Pedro Sánchez con Albert Rivera en busca de conseguir una alianza a la francesa. Tampoco se nos olvidará cómo Pablo Iglesias tildó aquel acercamiento de traición, apostando por conformar una mayoría de izquierdas, agrupando a catalanes y vascos en pro de limitar la influencia de la derecha.

Finalmente, los naranjas, tras meses de desgobierno y caos entre las partes -con otras elecciones de por medio-, llevaron dirección Moncloa a un Mariano Rajoy que, en aquel momento, desconocía el revés que sufriría meses más tarde. Rivera, que se había desgañitado ante los medios asegurando que no pactaría ni con PSOE ni con PP, acabó intentándolo con unos y cediendo ante los otros. Cediendo, sí. Porque, aunque se excusara en una serie de medidas de obligado cumplimiento que había impuesto a la cúpula popular, pronto vería cómo las promesas desvanecieron y su inoperancia los condenó a una oposición que cedió sin obtener nada a cambio.

Rajoy y Sánchez. Dimisiones, poder y viceversa

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Caminos encontrados y entrelazados. Uno consiguió presidir el país sobre la bocina para acabar siendo decapitado tras una moción de censura que acabó con su mandato. El otro dejó su acta de diputado para no abstenerse a la coronación de su rival, y solo volvió cuando se ganó el respeto de la cúpula socialista y se vio con fuerzas para derrocar a populares tejiendo una alianza diversa, aunando intereses complejos que, paradójicamente, adelantaron la vuelta a las elecciones y el regreso al punto de partida.

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Y es que la sensación es precisamente esa. La de volver a la zona 0, a una paleta de colores demasiado amplia para no especular, para no tratar de hacer pronósticos aventurados sobre cómo quedará el lienzo electoral. Cataluña sigue en el centro del debate, el 155 en el horizonte y los partidos tratando de apropiarse del sentir de la rojigualda crispando el conflicto por momentos. 

Se suma Vox, llega la extrema derecha a España. El movimiento irrefrenable que se producía entre nuestros países vecinos acabó por saltar la barrera fronteriza para quedarse. Quizá por eso el mensaje se ha vuelto más bronco, los protagonistas más expresivos y las ideas más zafias. 

Vuelve la hora de la demoscopia y de las predicciones, de los "cordones sanitarios" que quedan en papel mojado y de construir una imagen sobre la que cimentar proyectos llamativos.

Por ahora, Rivera dice 'no' a Sánchez y critica a Abascal según el día que sea, el PP califica de "veleta" a los naranjas, Podemos trata de reordenar internamente una crisis evidente, el PSOE utiliza la diputación permanente para aprobar medidas y Vox se viste de novio de la muerte y se va de copas. Y acabamos de empezar...

Revive los momentos más anecdóticos que nos ha dejado esta legislatura: