Un eurodiputado no puede contratar como asistente a su hijo, lo prohíben las normas. Sin embargo nada dicen éstas de contratar al hijo de un compañero o de un jefe. O a un nieto. Y se disponen de hasta 26.000€ mensuales para gastos de personal por parlamentario. 

Fraga, Hernando, Mato...

Este hueco permite que en las oficinas europeas del Partido Popular figuren apellidos tan ilustres como Fraga, Díaz de Mera, Hernando y Bermúdez de Castro. Y que a toda una exministra como Ana Mato no se le caigan los anillos por pasar de ministra a asistente de Esteban González Pons. De hecho, la ficha del que fuera vicesecretario general del PP no sólo recoge el nombre de la exministra, sino el del hijo del portavoz del PP en Congreso, Rafael Hernando, cuyo hijo (Rafael Hernando) también asesora a González Pons. 

Y en un caso más evidente todavía, el eurodiputado popular Agustín Díaz de Mera coincidió con su nieto, que resulta que era asistente de Pilar Ayuso, según informa El Boletín. Y el secretario general del PP en el Congreso, José Antonio Bermúdez de Castro, también tiene a su hijo como asistente, en este caso de Luis De Grandes

Dentro de esta ilustre plantilla de asistentes también está Manuel Fraga, nieto de Manuel Fraga, el difunto fundador de AP, la antigua denominación del PP. Y si hablamos de los tiempos de AP, el que fuera su "número 2", Jorge Verstrynge, también tiene a su hija en el Parlamento Europeo, sólo que en este caso en el grupo de Podemos, asesorando a Estefanía Torres

Lucha por la transparencia

La lucha contra el nepotismo y las arbitrariedades en el Europarlamento no son nuevas. En 2009 se filtró al diario británico The Times el llamado "Informe Galvin", en el que el auditor jefe del Parlamento Europeo denunciaba las irregularidades cometidas por los eurodiputados con las asignaciones a sus grupos. Del mismo modo, la Oficina Europea Antifraude (OLAF, en sus siglas en inglés) denunció en un informe de 2016 que sus señorías dedicaban fondos del parlamento a financiar a sus partidos e incluso a pagar sus gastos personales, especialmente los euroescépticos. Un grupo de diarios europeos (entre ellos El Confidencial, en España) lleva tiempo tratando de que las insitituciones europeas sean más transparentes en sus gastos.