Alberto Núñez Feijóo no quiere marcarse un Mariano Rajoy. El actual líder del Partido Popular está solo en el arco parlamentario y, por ahora, únicamente podría contar con el apoyo de Vox en una futura sesión de investidura después de que estos hayan puesto encima de la mesa una suerte de Tamayazo contra el PSOE. Sin embargo, Génova quiere ir a por todas y el dirigente popular se sometería a la votación para la presidencia del Gobierno, pese a no tener síes suficientes para ello. Así lo trasladan fuentes cercanas de la formación, que apelan incansablemente a la victoria en las urnas de las siglas azules, aunque no con la contundencia con la que hubieran querido o, incluso, previsto. Feijóo quiere ir a una investidura, especialmente si Felipe VI le da el encargo de intentar conformar una mayoría como líder del partido más votado, inclusive si esta resulta fallida. Y es que decirle que no al rey no es una opción para el gallego, pese a que ya hay un precedente en la historia de los populares: Mariano Rajoy, expresidente del Ejecutivo y exlíder del PP.

Rajoy dijo 'no' al rey

En enero del año 2016 el entonces presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, cerró en el Palacio de La Zarzuela la ronda de consultas que inició Felipe VI con los líderes políticos con representación parlamentaria para intentar conformar un Ejecutivo tras la celebración de las elecciones generales -tal y como se recoge en el artículo 99.1 de la Constitución-. Lo hizo de una forma muy poca vista en nuestra historia: rechazando la propuesta del monarca. El rey le ofreció presentarse a la sesión de investidura como candidato pero este no tenía la mayoría suficiente para resultar favorable para el Partido Popular, por lo que Rajoy tomó una decisión histórica. Decir que no. "Le he agradecido el gesto, la deferencia que ha tenido con mi persona, pero le he dicho que en este momento no estoy en condiciones de presentarme a la investidura porque no solo no tengo todavía una mayoría de votos a favor sino que tengo una mayoría absoluta acreditada de votos en contra: 180 diputados como mínimo", afirmó desde la Moncloa para comunicar este punto.

En este contexto político novedoso, el candidato popular trasladó a Felipe VI que que el PP tuviera una mayoría suficiente en el Congreso de los Diputados para gobernar era lo mejor para España y "la opción de la moderación", por lo que se comprometió a seguir trabajando para ello. Eso sí, desde el punto de vista a la larga y no sometiéndose a una votación, previsiblemente fallida. De hecho, esta decisión inédita acabaría precipitando que Pedro Sánchez, por aquel entonces líder de la oposición con el PSOE, pactara con Ciudadanos de Albert Rivera y presentara su candidatura. Esta fue rechazada en un primer momento en la Cámara Baja con el voto en contra de, entre otros, Podemos. "Es una opción que responde al interés general de los españoles y al sentir mayoritario de los que creen en la unidad de España, en la soberanía nacional, en la igualdad y en la consolidación de la recuperación económica y social que estamos logrando, así como en la creación de empleo", dijo.

"No tengo mayoría de votos a favor"

Así, Rajoy aseguró mantener su candidatura pero al no contar con los apoyos suficientes prefería echarse a un lado y rechazar la propuesta del monarca. "No tendría ningún sentido que yo continúe preparando mi debate de investidura mientras otros están negociando ya el reparto del Gobierno", manifestó en referencia al movimiento de Sánchez con los naranjas. "Yo no me voy a prestar a ello por respeto a los siete millones de españoles que dieron su confianza y su apoyo al Partido Popular", sostuvo antes de añadir más explicaciones al respecto. "Hoy no tengo los votos y, por tanto, no tiene sentido que vaya allí a los únicos efectos de que empiece a correr el plazo de dos meses que establece la Constitución española", concluyó. El bloqueo de esta situación precipitó una repetición electoral, que finalizó con una nueva victoria del PP. Así, ya en octubre de ese mismo año Rajoy sí aceptó el encargo del monarca y se convirtió en presidente del Gobierno de nuevo semanas más tarde.

Rechazar el encargo del jefe del Estado es un precedente que ahora la cúpula popular actual de Alberto Núñez Feijóo no quiere tomar en cuenta, ni mucho menos seguir. Así lo ha vuelto a esgrimir la secretaria general, Cuca Gamarra, quien ha reivindicado la victoria en las urnas. Génova se encuentra en un brete tras los comicios del 23-J, lo que tiene contra las cuerdas al propio dirigente del PP. Si no se somete a las votaciones dará una visión pública de debilidad aún ganando en votos y escaños, mientras si lo hace no teniendo los apoyos necesarios evidenciará su soledad y el fracaso de su proyecto. Precisamente esta coyuntura es la que busca que se produzca el PSOE, que quiere dejar correr el tiempo "sin prisa" para que el propio dirigente del PP se choque contra sí mismo una vez visto el resultado de las generales. No será hasta mediados del próximo mes de agosto cuando los diputados de todas las formaciones que han salido elegidos recojan sus actas y se conforme la Cámara, y ya será después cuando el rey inicie los trámites para dar comienzo a la cuenta atrás para la nueva -o reelegida- presidencia.