Es verdad cuanto dice la citada periodista, aunque algunos preferirían ni ver ni oír el desgaste probablemente irreparable de la Monarquía. Prego resalta que, a día de hoy, “los jóvenes españoles han pasado de la indiferencia [respecto a la Monarquía] a la abierta hostilidad: ‘Estaremos mejor sin ellos’”. Los casos de corrupción presunta enervan o ponen nerviosa, a la ciudadanía. Y más todavía, cuando el presunto autor -como es el caso de Urdangarin, la Infanta Cristina y sus hijos- ya vivía instalado en un alto nivel de vida, gracias en buena parte al dinero público que recibe la Casa  Real de los bolsillos de los ciudadanos, lo que, por otra parte es vergonzoso en términos democráticos porque ni el Congreso de los Diputados lo puede avalar con luz y taquígrafos.

Una III República inviable
Prego, sin embargo, termina sus reflexiones negando la viabilidad de la III República. Afirma lo siguiente: “Por mucha indignación que sienta ahora mismo el pueblo soberano, hay que decirle que el recurso retórico a la implantación de una República en España es un delirio. Además de ser del todo inconveniente, exigiría, no un cambio, sino una revolución legal en toda regla que pondría la Constitución entera patas arriba”. Prego añade como colofón: “¿Quién podría poner hoy sobre la mesa tres o cuatro nombres, no más, de personajes públicos rigurosamente respetados por la inmensa mayoría, que no fueran discutidos, acusados, rechazados o incluso perseguidos por una u otra parte de la ciudadanía y que, gracias a ese respeto generalizado, pudieran ser los candidatos ideales a presidir una hipotética Tercera República Española? Pues entonces…”

Pues entonces, ocurre que Prego por un lado, y con certezas notorias, pone a caldo a esta Monarquía como consecuencia de las andanzas  económicas, presumiblemente ilegales, de Urgangarin, y por el otro lado, asusta al personal ante la posibilidad de que llegara la III República. ¿Pero qué mal hay en una República? ¿Por qué sólo nombrar la palabra República parece a muchos españoles -a veces más ignorantes que reaccionarios- que estemos hablando de Satanás y compañía?  En cuanto a esos maravillosos “personajes públicos”, sepamos que en las Repúblicas no se escoge a su presidente buscando digamos el consenso, sino votando. En la Monarquía no hay urnas. En la República, sí las hay. ¿Qué régimen, pues, Prego, es más cercano a la democracia? ¿La Monarquía o la República? ¿Por qué hay que temerla?