Tras los recientes incidentes acaecidos en la manifestación del Orgullo en Madrid asistimos a una letanía desde Ciudadanos donde las palabras nazis, infamia, fascistas, atentado, violentos, escraches… son, entre otros, los calificativos que los naranjas utilizan en ruedas de prensa, declaraciones públicas inundando las redes con el objeto de amplificar y agravar lo sucedido a pesar de que un informe oficial de la Policía lo haya reducido a un simple altercado exento de los tintes dramáticos con los que lo revisten los dirigentes de CS.

La historia reciente muestra como en otras ocasiones fueron otros, en este caso los socialistas, los que fueron objeto de rechazo en  manifestaciones pero, a diferencia de la vista en el Orgullo, sí tuvieron que sufrir acciones violentas con agresiones físicas reales  -y no solo verbales- y con la necesidad de una intervención policial que evitara males mayores ante la agresividad de una “turba” ultraderechista y también homófoba.

Un senador de Vox hace 14 años

Nos situamos un 22 de enero de 2005 en Madrid y casi en el mismo lugar, entre la plaza de Cibeles y la Puerta del Sol de Madrid. Unos minutos antes, a las cinco de la tarde, había dado comienzo una manifestación organizada y convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) que entonces dirigía con planteamientos muy cercanos al PP y hostiles al gobierno socialista, el ahora senador de Vox, Francisco José Alcaraz.

La manifestación convocada como “silenciosa” y secundada por cerca de 40.000 personas y con el único fin de apoyo a las víctimas del terrorismo, sin embargo degeneró en gritos e insultos al Gobierno y al PSOE y a favor del PP y a la unidad de España, todo ello trufado con algunas invectivas contra la política LGTBI del presidente Rodríguez Zapatero al ser el adalid de la defensa de las minorías sexuales y que logró la aprobación del matrimonio entre homosexuales.

Agresión a José Bono

Se acercaba la cabecera de la manifestación al kilómetro cero de la capital, cuando el entonces ministro de Defensa, el socialista José Bono, fue agredido físicamente e insultado por un nutrido y amplio grupo de manifestantes. Lo cierto es que el manchego había sufrido las iras de los extremistas desde el mismo momento de la salida de la manifestación lo que no le motivó para abandonarla. Hay que destacar que en todo momento Bono iba acompañado de uno de sus hijos, entonces un adolescente.

Golpeado con la bandera de España

La situación degeneró en peligrosa para la seguridad física del ex presidente del Congreso cuando ese numeroso grupo de exaltados lo rodearon vociferándole con ira "asesino, demagogo, apóstata y mentiroso". De ahí se pasó a ser vapuleado, empujado y finalmente golpeado con una bandera de España. Tras recibir multitud de empujones y algún puñetazo sus guardaespaldas consiguieron aislarlo de la multitud enfervorecida.

La respuesta de la Asociación Víctimas del Terrorismo fue criticar que Bono no anunciase que iba a acudir y afirmar que  “¿cómo se le ha ocurrido al Ministro de Defensa venir sin avisar?".

Defensor de los maricones

Entre las ofensas que Bono tuvo que recibir una de actual contemporaneidad, la de “defensor de los maricones”.  Curiosa e indignante el insulto en una movilización supuestamente unitaria a favor de las víctimas del terrorismo.

Tras ser “rescatado” por los agentes de policía abandonó la manifestación siguiendo los consejos de la policía para evitar males mayores. A  continuación Bono comentó que le habían estado empujándole durante 20 minutos desde todos los lados subrayando que “algunos me han golpeado. Me he llevado un buen puñetazo en las costillas. Me han dado muchos golpes por la espalda, porque la policía protegía el frente".

Tiempos de “mandíbulas de cristal” y provocaciones

Convendría, en estos tiempos de “mandíbula de cristal” y de acciones políticas gestuales que buscan la provocación -para que luego los asesores políticos se feliciten por los réditos políticos y mediáticos obtenidos-repasar la historia reciente y no jugar con fuego. Convendría también no agitar la calle con poses de agresión ni hacerse los “ofendiditos” por el reproche político o la protesta de colectivos por decisiones de algún partido de firmar acuerdos con la ultraderecha. Hay acuerdos que los carga el diablo.