Sigmund Freud estableció como uno de los fundamentos de su teoría psicoanalítica el conocido “complejo de Edipo”. Se trata, por parte de un niño, de tener el deseo inconsciente de mantener una relación sexual con su madre, con el añadido, también inconsciente, del deseo  de matar a su padre.

El complejo edípico sería, según las tesis de Freud, una forma de representación inconsciente de expresión del deseo sexual infantil que se produciría en la tercera y última de las fases del desarrollo psicosexual, la denominada fálica, que se inicia entre los 3 y 6 años de edad y que finaliza con la entrada en el período de latencia, aunque, siempre según Freud, este complejo se revive en la pubertad y su reaparición comporta la elección definitiva del objeto y el inicio de la sexualidad adulta. Carl. G. Jung desarrolló más tarde, de forma análoga, la versión femenina del complejo edípico, que denominó complejo de Electra, algo que Freud rechazó siempre con rotundidad.

Sin duda alguna estas teorías freudianas son discutibles y polémicas como todas, y de hecho han sido y siguen siendo muy cuestionadas aunque constituyen la base esencial de todo el psicoanálisis desde hace ya más de un siglo. No obstante, me parece oportuno traerlas a colación ahora, cuando se advierte en la política española, en especial en el terreno de las izquierdas pero también, aunque en menor medida, en el de las derechas, evidentes traslaciones del complejo de Edipo en nuestro complejo mundo político.

¿Quizá no son los llamados partidos emergentes, aquellos que se proclaman representantes de la nueva política, ejemplos claros del complejo de Edipo? Me parece mucho más evidente en el caso de Podemos que en el de Ciudadanos, puesto que no parece, al menos por ahora, que la formación liderada por Albert Rivera ambicione “matar al PP”. Muy distinto me parece el caso de Podemos, cuyo único objetivo político y electoral claro, desde su misma fundación y en especial ante las elecciones del pasado 20 de diciembre y de nuevo ahora ante los comicios del próximo 26 de junio, sin duda es “matar al PSOE”, esto es superarlo en votos y también en escaños, para poder convertirlo en una fuerza residual, y por consiguiente subordinada a Podemos y sus confluencias, incluida IU –por cierto, ya un “padre muerto” tras su coalición con Podemos, cuando el partido de Pablo Iglesias ha venido nutriéndose desde sus mismos inicios de gran número de antiguos dirigentes, militantes y votantes tanto del antiguo PCE como de IU.

La vida política no es ajena a las relaciones interpersonales. Tampoco es ajena a los complejos psicoanalíticos. Lo hemos visto, lo vemos y lo veremos aún con mucha mayor crudeza en esta nueva campaña electoral. Como siempre, es conveniente releer a los clásicos. En este caso, para recordar la historia de Edipo que sirvió a Sigmund Freud para denominar este complejo.

En “Edipo Rey” Sófocles narra que Layo, rey de Tebas, para huir del oráculo que le vaticina que será asesinado por su propio hijo, manda que éste, Edipo, recién nacido, sea abandonado en el monte. Pero su orden es desoída y Edipo acaba en manos de Pólibo, rey de Corinto, y de su esposa Mérope, que le educan como si de su hijo se tratase. Pero Edipo recurre al oráculo de Delfos para saber si son o no sus padres y el vaticinio que recibe como respuesta es que matará a su padre y se casará con su madre. Por ello Edipo huye de Corinto, con la intención de huir de su destino. En su viaje se tropieza con la comitiva de Layo, esto es su padre, y en una reyerta acaba matándole y luego se casa con la viuda de Layo, Yocasta, ignorando que se trata de su propia madre. Al ser conocedores de la verdad, Yocasta se suicida y Edipo se arranca los ojos, abandona Tebas y recorre Grecia como un pordiosera, atendido por su hija Antígona.

Esperemos que la clásica tragedia de Sófocles no traiga tanto drama a la política española. Para ello es imprescindible superar la fase fálica del desarrollo psicosexual infantil y el acceso a la sexualidad adulta.