Cumplido un mes desde que se conociera el resultado de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, el mapa de España ha quedado coloreado de azul, pero también subrayado de verde. El Partido Popular ha pactado con Vox la gobernabilidad de cinco capitales de provincia, como son Burgos, Valladolid, Toledo, Guadalajara y Ciudad Real, además de en 135 ayuntamientos de toda España. Los populares también han conseguido acuerdos con Vox para los gobiernos de las autonomías de la Comunidad Valenciana, Baleares y, el más sonado, Extremadura.

María Guardiola, la candidata popular en la comunidad extremeña, aseguraba el 20 de junio que no podía “dejar que entren en el gobierno aquellos que niegan la violencia machista”, refiriéndose a Vox. Sin embargo, tan solo diez días más tarde, el pacto con los de Santiago Abascal se ha cerrado en suelo extremeño, con la violencia machista como gran ausente en el acuerdo; los conceptos de violencia machista o de género no se recogen en el documento de gobernabilidad entre PP y Vox, tal y como ha admitido la propia Guardiola.

Aunque con mayor agilidad y premura, algo parecido ha ocurrido este mes en la Comunidad Valenciana, donde el Partido Popular que lidera Carlos Mazón no ha tenido problemas en asumir los postulados ideológicos y culturales de Vox. Prueba de ello es el documento de gobernabilidad de ambas formaciones en el que queda reflejada la ausencia del concepto de violencia machista e introducido el término de “violencia intrafamiliar”.

Negar la violencia machista o limitarla únicamente al término de violencia intrafamiliar, aquella que ocurre dentro del vínculo de convivencia o afectivo en el hogar, no solo supone una falta de respeto hacia todas las víctimas que han sufrido violencia por el simple hecho de ser mujeres, sino que además la invisibilización de este tipo de violencia fomenta que se perpetúe.

Aclarar que las más de 1.200 mujeres que han sido asesinadas desde 2003 en España han perdido la vida por ser mujeres ayuda a condenar y a visibilizar esas muertes, de manera que las víctimas o los testigos de este tipo de agresiones no las toleren y las denuncien, fomentando una concienciación de la sociedad. María Isabel Barragán Ortiz, psicóloga general sanitaria y sexóloga, fundadora y directora de SONDER Psicología, afirma que "en la sociedad, negar la violencia de genero no la hace desaparecer; sigue conviviendo con nosotros como un fantasma, a la que no le ponemos nombre pero nos sigue golpeando. Como consecuencia de esta negación, no existiría la conciencia social sobre este problema, dificultando el reconomciento de la misma y por lo tanto no se destinarían los suficientes recursos para combatirla".

Adiós a los puntos violetas

Tal es la negación de la violencia machista que está surgiendo en nuestro país que se están tomando medidas como la eliminación de los puntos violetas en fiestas municipales. Un ejemplo son las festividades de Torrelodones, tal y como anunció Sonsoles Palacios, concejala de Vox del área de Servicios Sociales, Familia y Mayores del consistorio madrileño. “Vamos a quitar de nuestras fiestas municipales los puntos violetas podemitas”, señalaba Palacios, sin reparar en que lo que ella denominaba “puntos podemitas” son en realidad lugares donde se proporciona información sobre cómo actuar ante un caso de violencia machista de tu entorno, así como con recursos para las propias víctimas.

Localizados con carteles y adhesivos de color violeta, tienen como objetivo señalar que ese espacio es un lugar seguro para las víctimas de violencia machista, donde pueden recibir información y acompañamiento si lo necesitan. Como indica la psicóloga Barragán, quitar los puntos violetas "crea inseguridad en la víctima y temor a no obtener el apoyo necesario en estos casos tan delicados". Retirarlos significa, por tanto, mandar un mensaje muy claro a las mujeres: que ese espacio seguro de violencia queda eliminado, reduciendo su tranquilidad y bienestar básicos. Así, detrás de la equiparación con una formación política concreta, lo que queda es la eliminación de un recurso útil para mujeres que sufran agresiones machistas.

Una violencia estructural

Cabe señalar que no solo existe violencia física y que esta no solo se lleva a cabo de manera individual. También existe la violencia estructural, a través de la cual instituciones o estructuras sociales pueden dañar a las personas al impedirles satisfacer sus necesidades básicas, impidiendo que se alcance una igualdad.

En definitiva, la negación de la violencia machista es el resultado de la respuesta reaccionaria de los segmentos de la sociedad que, ante el avance hacia la igualdad, pierden sus privilegios legitimados, a pesar de ser injustos. Este impulso, llevado a cabo por partidos de extrema derecha en todo el mundo, busca denostar las reivindicaciones de los derechos de las mujeres, de la diversidad sexual, de extranjeros y de personas vulnerables, con el objetivo de mantener un status quo que les permite perpetuar su poder sobre esos colectivos que no gozan de los mismos derechos ni oportunidades.