La presidenta del Partido Popular de Extremadura, María Guardiola, ha comparecido ante los medios de comunicación después de estampar su firma en el acuerdo que abre las puertas de la Junta de Extremadura a Vox. La candidata conservadora, que ha pasado en diez días de imponer una suerte de cordón sanitario a la ultraderecha a sellar un acuerdo de Gobierno, ha justificado que la “prioridad” no era sino “pasar página a la dejadez” del Partido Socialista durante los años de Guillermo Fernández Vara como presidente regional, a quien le ha acusado de “sumisión” ante Pedro Sánchez. “Por fin dejaremos atrás años de desprecios y agravios”, ha celebrado la baronesa del Partido Popular, quien a su vez ha restado importancia a su propia palabra: “Es más importante la vida de los extremeños”.

En menos de diez días, María Guardiola ha entregado la cuchara no solo ante Vox, sino también ante la dirección nacional del Partido Popular. La baronesa conservadora ha claudicado y virado considerablemente. Se impuso el criterio de Génova y el "trazo gordo" frente a su rechazo frontal a conformar un Gobierno con Vox. Tal y como ha verbalizado ante los medios de comunicación tras sellar el acuerdo con la ultraderecha, su palabra “no es tan importante como la vida de los extremeños”. Declaración que sintoniza con la concatenación de sucesos desde aquel 20 de junio en el que se erigió como un parapeto al “negacionismo” de los que a partir de ahora serán sus socios en el Ejecutivo regional.

El veto de la baronesa a Vox se topó con los deseos de la séptima planta de Génova y así lo ha expuesto ante los medios de comunicación. “Mis principios están intactos”, ha asegurado una visiblemente derrotada Guardiola, que ha sugerido que el escenario extremeño ha sido objeto de un “profundo objeto de reflexión” en el seno de su partido, quienes ahora se muestran “satisfechos” de haber garantizado “el cambio” en Extremadura, “feudo tradicional del Partido Socialista”. He aquí donde ahora convergen tanto la líder popular como el dirigente regional de los ultras, Pelayo Gordillo; el punto que entierra la “palabra dada” por Guardiola.

“Hay más cosas que nos unen que las que nos separan”, ha deslizado Guardiola sin salirse demasiado de la pauta de Madrid. Entre estos nexos se halla, por supuesto, dar voz a esos ciudadanos que han “reclamado cambio” en la región y que piden “pasar página a la dejadez” de un Guillermo Fernández Vara al que le ha acusado directamente de “sumisión” al Gobierno central y, por ende, a Pedro Sánchez. “Por fin dejamos atrás años de desprecios y agravios”, ha precisado la candidata conservadora.

En cualquier caso, Guardiola ha explicado que el acuerdo firmado incluye nueve puntos, desgranados en 60 medidas programáticas. La violencia machista, según ha apuntado la propia baronesa popular, no se encuentra entre ellas. “Cualquier cuestión ideológica que nos separa está fuera del pacto”, ha prometido, mientras subrayaba que la supervisión del cumplimiento del documento recaerá sobre un órgano de control externo.

PP y Vox han certificado una “hoja de ruta” diseñada para establecer un "nuevo rumbo" en la región; para que Extremadura se convierta en “tierra de oportunidades y un proyecto de vida” que la juventud no tenga que abandonar para labrarse un futuro. En definitiva, un territorio “fiscalmente atractivo”. Sobre estos preceptos orbita un acuerdo en el que se entienden como asuntos capitales la rebaja de impuestos, el apoyo a las familias, la protección de las tradiciones y un “mayor” respaldo a las empresas y autónomos.

¿Mentiras o cambió de posición?

“Yo no puedo dejar entrar en el Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona tirando a la papelera la bandera LGTBI. […] No se puede utilizar las instituciones para ideologizar”. Con tal firmeza se pronunció la propia Guardiola no hace ni diez días. Una rotundidad que fue limándose con cautela y a sotto voce desde Madrid, con presiones provenientes de la ultraderecha, pero especialmente desde el cuartel general del Partido Popular. Génova intercedió para ensordecer el estruendo que su “verso libre” había desatado en Extremadura y que amenazaba con condicionar los pactos con Vox en otros territorios.

Guardiola incluso zarandeó la repetición electoral, despertando el nerviosismo en estamentos conservadores. La amenaza de la baronesa encendió las alarmas en Génova y forzaron que la maquinaria acelerara su rendimiento hasta provocar su rendición. Desde la dirección nacional se instó a la candidata conservadora a romper con sus propias líneas rojas y enmendara sus propias palabras para, de este modo, reducir el nivel de decibelios.

Así ha sido. Guardiola ha claudicado ante Vox, un día después de que el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, pidiera un “acuerdo rápido” desde Bruselas. Pocas horas después, conservadores y ultraderechistas hicieron público su acuerdo para “desalojar” al PSOE de la Junta de Extremadura y dar carpetazo a una cuestión que lastraba las expectativas electorales del PP.