Los datos, siempre los datos. Los perfiles biográficos e institucionales nos dicen muchísimo de lo que van a hacer nuestros representantes en el futuro.

Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos es la décimo tercera marquesa de Casa Fuerte. Su padre fue miembro de la resistencia antifascista en Francia.

Criada en Argentina, es doctora en Historia por la Universidad de Oxford.

Su carácter firme e independiente, con una visión radical sobre la unidad de España, la ha llevado a dar varios bandazos, un zigzag propio de quien es propietaria de su opinión. Su vinculación al PP se produce siempre en las etapas neoconservadoras de este partido.

En 2006 deja las páginas de opinión de El Mundo para dirigir el gabinete del entonces secretario general del PP, Ángel Acebes, quien había gestionado durante tres días fatídicos para su partido interpretaciones bastante originales sobre los posibles autores del 11M.

De este modo, está periodista se integró durante un par de años en un grupo de conservadores ansiosos por conocer una verdad sobre los atentados que nunca pudo confirmarse. En una ocasión, consideraron que el hallazgo de ácido bórico en la casa de un etarra y en la de un islamista dejaba todo claro.

Con la derrota del PP en las elecciones generales de 2008, Acebes, Eduardo Zaplana y los peones secundarios del 11M desaparecieron de la escena política. No les ha ido mal, salvo cuando han tenido que estar en la cárcel o en el juzgado.

Cayetana resistió en el Congreso de los Diputados hasta que en 2015 concluyó con que el gobierno tecnócrata de Rajoy, sumiso a la Comisión Europea y a las finanzas internacionales, había perdido parte de su integrismo de los años de oposición. No les daba tiempo a más.

Fuera de la política, encabezó diversos intentos para recalentar el debate territorial desde asociaciones y fundaciones conectadas con los exministros del Ibex-35, con la Fundación Faes y con Ciudadanos, una criatura exudada de los años de loca oposición a Zapatero.

La vuelta de un PP de las esencias que nunca se ha puesto en práctica, salvo durante los cuarenta años previos a 1977, ha motivado a esta aristócrata a hacer algo por España.

Un país frágil, que parece que se rompe con facilidad. El feminismo es, ahora, otra de sus amenazas, según se puso de manifiesto en el debate del pasado martes. Quién mejor que ella para reprimirlo. Aunque solo sea en las tertulias. Por ahora...
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Andrés Villena Oliver es doctor en Sociología. En mayo publica “Las redes de poder en España. Élites e intereses contra la democracia” (Roca Editorial).