Nadie podrá negar que la resiliencia de Pablo Casado, desde que se hizo cargo del PP nacional, es menor que la mostrada por otro paradigma de esa capacidad de las personas para superar circunstancias traumáticas. Tras salir airoso de un Congreso dividido y ganando contra todo pronóstico el Congreso por segunda vuelta y con necesidad de ventilación asistida de Dolores de Cospedal, enfrentarse a unos pésimos resultados y distintas derrotas nacionales y autonómicas, seguir sufriendo -y lo que le queda- los avatares judiciales de su partido, las amenaza de “largar” de Bárcenas, el hundimiento reciente en Cataluña, la amenaza electoral de Vox, la venta de la sede nacional y, recientemente, el cuestionamiento de su estrategia por el tótem Aznar, después de todo eso, tiene fuerza -o necesidad tal vez- para afrontar batallas internas de enorme riesgo e imprevisibles consecuencias con el objetivo de controlar territorialmente el partido. 

A estos dos escenarios, que como bombas de relojería para desactivar a tiempo o para que te explosionen en la cara, se va a enfrentar ahora el sucesor de Rajoy: Castilla y León y Sevilla.

Mover la silla a Mañueco

En Castilla y León la filtración de que desde Génova le quieren mover la silla a Alfonso Fernández Mañueco, ha puesto a la dirección regional y a los fieles al presidente regional en guardia y con las uñas en forma de garra. Casado y Garcia Egea pretender dominar el PP de Castilla y León por la vía de ganar para sus adeptos los congresos provinciales y dotarse de nuevos dirigentes territoriales. El siguiente paso sería asaltar directamente el poder regional quitándose de en medio a Alfonso Fernández Mañueco. Frente a ello el presidente de la junta ha plantado cara y no está dispuesto a doblegarse, quiere seguir teniendo perfil propio y actuar de manera autónoma en sus decisiones como ha demostrado en distintas fases de la pandemia, enfrentándose incluso a la estrategia de Génova 13. Que actual presidente del PP regional y de la Junta sabe fajarse contra rivales internos da muestra que protagonizó el primer proceso de primarias de la historia del PP de Castilla y León en el que se impuso al otro candidato, Antonio Silván, con casi el 70% del apoyo de los militantes en marzo de 2017. En abril ya en el Congreso regional consiguió el 91% de los apoyos.

Todo ello no le sirve a Pablo Casado que, necesitado de poder regional por lo que pueda acontecer en el futuro ante un horizonte con muchos nubarrones, ha planteado posibilitar un cambio para reactivar el partido en las provincias castellanoleonesas. Para ello la estrategia reducir sino laminar, la influencia de Mañueco en la remodelación del aparato provincial y colocar nuevas caras al frente de las juntas provinciales del partido. Detrás de todo esto está de manera impulsora la figura de Teodoro García Egea, cuestionada por gran parte de los barones provinciales y al que atribuyen gran parte de los problemas que sufre hoy el PP nacional mencionados antes.

Y la otra bomba de relojería, junto al Guadalquivir

Esta situación con algunas similitudes y otras diferencias se está viviendo en Andalucía, concretamente en Sevilla. Juanma Moreno ha dado el paso para hacerse con una territorial tan poderosa como es la hispalense enfrentándose a una fiel “casadista” -aunque de segunda generación- como es la actual presidenta provincial, Virginia Pérez

El PP de Sevilla ha decidido celebrar su congreso provincial el próximo 27 de marzo y no más adelante como deseaba la dirección regional y el propio presidente regional, Moreno Bonilla. La Junta Directiva provincial presidida por una casadista, Virginia Pérez, enfrentada al oficialismo regional al que venció en el anterior congreso provincial, ha desoído a la petición del PP andaluz de celebrar el cónclave sevillano más adelante y, en acuerdo con Génova 13, ha convocado el congreso del PP de Sevilla para el próximo 27 de marzo. Los de Moreno Bonilla querían que el congreso se celebrase posteriormente a los locales para así ganar tiempo e intentar derrocar una dirección que no es de “su cuerda”. 

Hasta tal punto está llegando el enfrentamiento y las hostilidades, que el propio Moreno Bonilla, preocupado por no controlar la territorial más importante del partido en Andalucía, se ha puesto las botas pre congrensuales y se ha metido en el barro de estos movimientos. Según se ha conocido, el propio presidente de la Junta y del PP andaluz se desplazó discretamente a Carmona el fin de semana pasado y convenció al alcalde de este municipio sevillano, Juan Ávila, para que se presente como alternativa avalada por él y la dirección regional.

Por su parte desde la dirección nacional, Casado y García Egea animaron a la actual presidenta, Virginia Pérez, a adelantar el cónclave para de esa manera estrechar los plazos de maniobra de los dirigentes regionales. En el fondo late el deseo de las dos direcciones, tanto la regional por un lado y la nacional, por otra de hacerse con el control de la poderosa organización sevillana con más de veinte mil afiliados. En el PP no se ha superado aún, y ahora aparecen abiertas, las heridas tras el congreso nacional en el que salió elegido Pablo Casado mientras los dirigentes regionales andaluces, con Moreno a la cabeza, hicieron intensa campaña a favor de Soraya Sáenz de Santamaría.

Un congreso inminente, el 27 de marzo

Virginia Pérez, que en mayo de 2017 se convirtió en la nueva presidenta de su partido en la provincia de Sevilla tras obtener el 61 % de los votos y ganar al candidato de Moreno Bonilla, Juan Bueno, ha alertado de que no aceptará humillaciones por lo que el pulso está echado pero con un elemento importante a su favor como es el de contar con el importante aval de Pablo Casado. La lucha está abierta y la actual presidenta con un respaldo amplio y numeroso de su junta directiva provincial, a la que incorporó a algunos miembros afines a la dirección regional, aprobó el pasado sábado la celebración del congreso el 27 de marzo y eligió al Comité Organizador de este cónclave. 

El regional maniobró para que no hubiese quórum en la Junta provincial

La Junta provincial se celebró con amplia asistencia telemática a pesar de que la secretaría regional del PP andaluz y persona de confianza de Moreno Bonilla, Loles López, maniobró, sin éxito final, para que impedir que se alcanzase el quórum suficiente para la celebración de la junta directiva provincial que finalmente y con amplio respaldo convocó el Congreso al mismo tiempo que Virginia Pérez presentaba oficialmente su candidatura a la reelección. De la mayoría que hipotéticamente podría contar Pérez y que le podría permitir seguir dirigiendo el PP sevillano, da cuenta de que a pesar de que la número dos del PP andaluz, Loles López, intentó que no participara un número de delegados suficiente, finalmente sí lo hicieron 150 miembros de los 211 con derecho a hacerlo. Una cifra muy alta si se tiene en cuenta que finalmente lo hicieron 150 miembros frente a una media de sesenta miembros que participan habitualmente.

Las discrepancias entre Génova y San Fernando (sede de los populares andaluces) escalan de esta manera a un escenario de mayor enfrentamiento. De momento las espadas ya están en alto.

Otra bomba en el futuro: El PP de Madrid y Ayuso

Tras Castilla y León y Sevilla, el PP nacional tendrá que abordar otra cuestión espinosa como son los deseos de Isabel Díaz Ayuso de presidir el PP de Madrid. Génova es de una tercera vía que excluiría tanto a la presidenta madrileña como al alcalde, José Luis Martínez-Almeida. La opción sería la diputada regional Ana Camins. Pero esa es otra bomba con otra fabricación y otros daños colaterales más fuego amigo.