Como un trilero a slow motion, Mariano Rajoy mueve los cromos en la Justicia sin que se vea la bolita hasta que se levanta el vaso. Para entonces, ya es tarde y el daño está hecho. Lento pero efectivo, el presidente del Gobierno inició un juego de sillones de varios jueces en España y, con sigilo, nocturnidad y alevosía, ha conseguido que los magistrados que juzgan la primera etapa del caso Gürtel (1995-2005) y que sentaron a Rajoy en el banquillo en calidad de testigo, no juzguen también el caso de su caja B. Un golpe judicial a cámara lenta, imperceptible hasta que se completa. Pero la osadía de Rajoy traspasa cualquier frontera, y su estrategia para adulterar la justicia a su antojo ha llegado hasta el seno de Estrasburgo.

El Gobierno de España lleva meses inmerso en un proceso de casting para nombrar un juez para el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Pero el proceso de selección está amañado desde el principio. El Consejo de Ministros del pasado 17 de noviembre aprobó la terna provisional de candidatos para el TEDH. Los nombres eran María Elósegui Ichaso, José Martín Pérez de Nanclares y Francisco Pérez de los Cobos. Al igual que los vasos del trilero, son tres, pero solo uno tiene la bolita: Pérez de los Cobos.

El magistrado, expresidente del Tribunal Constitucional (desde 2013 hasta marzo de 2017), es un viejo conocido del PP. De hecho, es padre espiritual de la vigente reforma laboral y exmilitante del partido, donde pagaba religiosamente sus cuotas. Desde que el Ejecutivo retrasó seis meses el nombramiento del sustituto español para el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la plaza llevaba su nombre y Rajoy, que cuida a sus afines (y más si se trata de temas relacionados con la justicia), maniobró para asegurarse de ello.

Consulta aquí el perfil de Pérez de los Cobos elaborado por Los Genoveses

Una magistrada progresista, el principal obstáculo

El proceso de selección consta de varias fases. El Gobierno tiene que aportar un listado de tres nombres y es el Panel Consultivo del Comité de Ministros del Consejo de Europa el que tiene la última palabra (eso sí, teniendo en cuenta la opinión del Gobierno). ¿Cómo conseguir que dicho órgano escoja el vasito de la bolita? Eliminando a la competencia.

Antes de elaborar la terna, había un nombre que resonaba en cada rincón de Estrasburgo como la sustituta ideal de Luis López Guerra (actual magistrado español en TEDH). Se trataba de María Emilia Casas, exmagistrada del Tribunal Constitucional entre 2004 y 2011. Además de estar preparada, es progresista y es mujer, lo que la hacía una candidata modélica.

Algo había que hacer. Casas no podía ganar la partida a Pérez de los Cobos. ¿Y qué se le ocurrió al Ejecutivo? Rubricar una ley que impidiera a los mayores de 61 años presentarse como candidatos. Así, el Consejo de Ministros, en su reunión del 20 de enero de 2017 acordó imponer este requisito para que María Emilia Casas no pudiera ser elegible, ya que tiene 67 años.

 

Sin embargo, esta primera jugada no funcionó. El 31 de mayo de este mismo año, 2017, el Tribunal Supremo dictó una sentencia en la cual tumbaba la cláusula de edad que se sacó de la manga el Gobierno.

Rajoy tuvo que sacar la artillería pesada. No pudo imponer sus propias reglas, pero había una solución mucho más eficaz: buscarle otro cargo a Emilia Casas para quitársela de encima y que no compitiera. De tal manera que la nombró experta del comité europeo que controla los partidos políticos y las asociaciones.

Una jugada maestra. Ahora, Pérez de los Cobos lo tiene mucho más fácil. ¿El problema? Que en El Plural hemos visto la bolita…