Éste ha sido un año espléndido para la edición de literatura extranjera en nuestro país; basta con echar un vistazo a lo que se ha publicado de Don Carpenter, John Fowles, Renata Adler, Robert Coover, Janet Malcolm, William Gaddis, Paul Fischer, Ben Lerner, Charles Willeford, Richard Ford, Joy Williams, Harry Crews, Kurt Vonnegut, Lydia Davis, John Barth, Ryan Boudinot, E. L. Doctorow, Lorrie Moore, Jonathan Franzen, Steve Erickson, Larry Brown, Evan Dara, Shirley Jackson, Martin & Kingsley Amis, Gerald Murnane, Elmore Leonard, Iain Sinclair, Orly Castel-Bloom, Michel Houellebecq, Tom Kromer, Lars Iyer, Gasán Kanafani, Inger Christensen…


Entre esta avalancha gozosa de novedades y de rescates y de nuevas traducciones, sería una lástima que pasara desapercibido este potente volumen de Daša Drndić cuyos límites entre la novela y el reportaje están lo bastante difuminados para que eso no distraiga a los lectores. Daša Drndić introduce tantos elementos reales, basados en su exhaustiva documentación, y que comprenden imágenes, entrevistas, fichas, declaraciones, fragmentos de cartas e incluso casi 80 páginas donde figuran los "nombres de los cerca de 9000 judíos que fueron deportados de Italia o asesinados en Italia o en los países ocupados por ella entre 1943 y 1945", que uno se traga el anzuelo desde el principio. Tampoco falta la incorporación de personas aún vivas y reconocidas (como Ian Buruma) ni el registro de numerosos datos, cifras, fechas y nombres que convierten a Trieste en un documento de primer orden sobre el nazismo, los campos de concentración y las dificultades para sobrevivir antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.


La autora incorpora, en esta compleja maquinaria por donde circulan tantos nombres y tantos documentos, a unos pocos personajes de ficción, tan inspirados en la realidad y en la literatura que incluso parecen más vivos que las personas reales que desfilan por sus páginas. En su afán de novelizar el horror y la maldad, Daša Drndić apuesta por la veracidad: parte del rescate de episodios históricos y de los recuerdos de Haya Tedeschi, una mujer que tuvo un hijo con un alemán, y de las investigaciones posteriores de ese hijo (secuestrado por los nazis en la infancia y entregado a otra familia) para desvelar quiénes fueron sus padres, y en ese viaje por la memoria y el pasado reconstruye el genocidio y el exilio. En algunos pasajes, la formidable escritora que es Drndić incluye guiños a autores como Thomas Bernhard (de quien, a veces, como homenaje al maestro, adopta su estilo narrativo). Y nos ofrece una especie de Historia novelada (no confundamos con novela histórica). Nos mete el puño en la garganta cuando nos cuenta las atrocidades de los nazis y nos obliga a menudo a desear un respiro entre tanto niño asesinado y tanto adulto sometido a torturas y vilipendios. Con traducción y prólogo de Simona Škrabec, Trieste es, sin duda, uno de los libros del año.