Dictadores y libertadores, tiranos y demócratas, perversos y generosos, eficaces y fracasados… El siglo XX alumbró toda una seria amplia de gobernantes que dominaron una gran variedad de instrumentos de control, persuasión y muerte. Con graves episodios bélicos y un mundo en permanente transformación e inmerso en profundos cambios sociales, estos personajes políticos lograron el poder y capacidad para hacer lo que quisieran más allá de las consecuencias que dejaran a su paso. La pregunta que nos podemos hacer sería ¿Qué tenían estos líderes y la época en la que vivían que les permitía un poder tan ilimitado? ¿Y qué hizo que esa época llegara a su fin? A estas preguntas, y otras, da respuestas el libro del prestigioso catedrático de Historia Moderna e investigador de la Universidad de Sheffield, Ian Kershaw.

El investigador británico de 79 años y muy conocido por su libro “Hitler. La biografía definitiva” -considerada la mejor investigación biográfica publicada hasta ahora sobre el genocida creador del nacionalsocialismo-, nos propone ahora en Personalidad y poder. Forjadores y destructores de la Europa Moderna (Crítica, Editorial Planeta), una serie de ensayos interpretativos sobre la manera en que algunas personalidades políticamente insólitas obtuvieron y ejercieron el poder, desde los que operaron a gran escala como Lenin, Stalin, Hitler o Mussolini, hasta los que tuvieron un impacto más nacional como Tito y Franco, pasando por otros nombres fundamentales del siglo XX como Churchill, de Gaulle, Adenauer, Gorbachov, Thatcher y Kohl.

Putin como ejemplo del poder de una sola persona

Sin duda hay un consenso histórico en que el siglo XX fue la etapa de los grandes líderes políticos. Evidentemente, fueron distintos tipos de liderazgos y con opuestos objetivos. Unos líderes pusieron su esfuerzo, conocimiento y sapiencia en forjar la nueva Europa mientras otros, muy al contrario, persiguieron destruirla y, en ese camino, dejaron regueros de sangre y muchos cadáveres en el camino. Kershaw analiza y pormenoriza la personalidad de una docena de estos líderes en este libro, Personalidad y poder. Una obra que se presenta estos días en España y que también aporta contemporaneidad. El investigador británico nos sitúa en la actualidad más temprana al mostrar al sátrapa y presidente ruso, Vladimir Putin, como una especie de paradigma de cómo una sola persona es capaz de cambiar el devenir histórico y poner al mundo en tensión absoluta, generando inestabilidad, miedo a un conflicto bélico nuclear y crisis económica. Kershaw cree que, de manera negativa, Putin está cambiando la historia de Europa.

Características de un buen líder

De una entrevista al autor que publicó EL PAÍS recientemente destaco la pregunta del periodista Guillermo Altares: “¿Qué características considera que debe de tener un buen líder? ¿Cómo definiría el liderazgo?”.

La respuesta del historiador de Lancashire es interesante en el contexto actual de nuestro país: “Si hablamos de una democracia liberal, un buen líder tiene que ser capaz de trabajar en equipo, no de forma autoritaria. Y llevar a cabo políticas que aborden asuntos que afectan a una parte muy importante de la población, no solo a las élites, que son los grupos que ya tienen mucho poder y riqueza. Para mí, un buen líder es alguien que incide en la redistribución de la riqueza en sus políticas y que sabe trabajar para la colectividad al frente de un equipo de personas que buscan la transformación de las sociedades, más que tratar de introducir cambios drásticos en un periodo corto de tiempo. Para mí, y es un punto de vista subjetivo, un buen líder es alguien que se preocupa de la mayor parte de la población y que no lleva a cabo políticas que buscan dividir más que unir”.

Sin Franco “el siglo XX no habría sido muy diferente”

De la lectura del capítulo dedicado a Francisco Franco, deduzco que para el autor de Personalidad y poder, el dictador español, fue un personaje de segundo nivel comparado con los otros reseñados (Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Tito, Churchill, De Gaulle, Adenauer, Gorbachov, Thatcher y Kohl). Kershaw escribe sobre el tirano español que fue “un personaje demasiado periférico para ser clasificado como ‘artífice de la Europa del siglo XX’: "Sin duda fue esencial en la historia de España de la época, pero su importancia no va necesariamente más allá…. Supone, eso sí, un estudio de caso sobre el papel y la influencia del individuo en la historia en el extremo inferior de la escala. A lo sumo, Franco influyó algo en la historia mundial durante la década de 1930, pero sin él, el siglo XX no habría sido muy diferente”