Marcos M. Merino. Gijón, 1973. Licenciado en Comunicación Audiovisual. Editor y redactor de noticias de información económica en televisión durante 15 años en algunos de los principales medios de comunicación. En abril de 2011 comenzó la producción de su primer largometraje documental ReMine, el último movimiento obrero, que ha financiado mayoritariamente con las ventas del Libro-DVD #resistenciaminera, un singular crowdfunding minero. El documental, que ha competido en más de una decena de festivales internacionales y resultado premiado en el Festival de la Memoria de México, llega ahora al Festival de Sevilla. Se proyectará en salas de la Cuenca Minera y Santiago de Compostela, y en noviembre, en la Cineteca de Madrid.

¿Cómo vas a hacer llegar tu documental al gran público?

Nosotros estamos haciendo lo imposible para lograr que ReMine llegue a la mayor cantidad de gente posible. De hecho, vamos a estrenar en cines comerciales en Asturias lo que ya es un objetivo impensable para una película documental con un presupuesto como la nuestra. Incluso va a estrenarse en otras ciudades españolas durante los próximos meses y exploraremos también otras opciones como VOD. Pero hay que ser realista: la industria de exhibición y distribución en España está como está y las posibilidades para llegar al gran público pasan por tener capacidad económica para distribuir y promocionar un mínimo de 60 copias, algo inaccesible para una producción como la nuestra. Nos lo han dicho claramente los exhibidores: “No importa la calidad de tu película sino cuánto dinero vas a gastarte en promocionarla”.

¿Crees que la vía de los festivales será suficiente para que se conozca?

Los Festivales son de gran ayuda en la creación de reputación en el mercado de cine independiente. Sin la selección de los festivales, ReMine no hubiera llegado donde ha llegado. La red también ha democratizado las reglas del juego en el acceso a los festivales porque puedes contactar con programadores de todo el mundo a través del correo electrónico para que vean tu película. Hoy existe también una red de cines independientes por todo el país que no existía hace unos años. El cine comercial y el cine independiente están más lejos que nunca y eso está provocando una demanda de otro tipo de películas que está creciendo cada día.

¿Por qué recurriste a producirte tú mismo el documental?

En principio, porque en este país resulta muy complejo encontrar financiación para producir cine de no ficción. No hay televisiones, ni industria que respalde la creación en condiciones de cine documental. Permanecemos en una situación que roza el subdesarrollo cultural en este aspecto. Otro de los factores que nos animaron a la independencia económica fue el tema que íbamos a documentar. Se trata de un asunto repleto de complicadas aristas políticas y lo mejor era contar la historia que nosotros queríamos sin intervención de ningún interés externo al margen de los creadores.

¿Con qué dificultades se encuentra un director independiente en el circuito del cine español?

Me temo que la lista sería interminable. Quizás la más desoladora de todas sea la ausencia de una estructura sólida y profesional en la distribución y comercialización. Estamos muy lejos de otros países de nuestro entorno donde el cine documental tiene un espacio comercial respetable desde hace tiempo pero en España no tenemos ni siquiera ventanas en televisión donde emitir nuestras películas. ¿Cómo vamos a financiar un producto si no hay ningún interés por comercializarlo? Al final, los creadores también somos trabajadores y tenemos que comer de nuestro trabajo para seguir haciendo películas.

El documental es observacional, no hay voz en off ni se emite juicio alguno, se limita a trasladarnos historias personales de los mineros y su entorno (sus familias, sus vecinos...); historias que ponen los pelos de punta, como la de los mineros que se encerraron en una mina para protestar. De todas las que viste, ¿con qué historia te quedarías?

Siempre resulta injusta la síntesis de un trabajo de tantos meses de rodaje. Por encima de todo, me quedo con las emociones que hacen diferentes a los seres humanos que habitan las cuencas mineras de otros lugares del mundo. ¿Cuántos colectivos en España resistirían tres meses de huelga sin cobrar su salario? Los mineros también tienen hipotecas que pagar e hijos que alimentar pero mantuvieron la protesta a pesar de que eran conscientes de la dificultad de conseguir su objetivo que no era otro que iniciar una negociación con el Gobierno. La película son decenas de pequeñas historias individuales que acaban transformándose en un sólido personaje colectivo.

¿Cómo fue la convivencia con los mineros?

Didáctica, entrañable, luminosa, aleccionadora…Son gente acostumbrada a valorar el esfuerzo, el coraje o la perseverancia. Al principio, era un forastero pero la constancia de estar tres meses durante los siete días de la semana rodando su conflicto terminó integrándome en el grupo y permitirnos contar las emociones que queríamos documentar.

¿Y el rodaje y la edición de las imágenes?

Fue más importante para ReMine el tiempo que estuve sin rodar que el que estuve rodando. Había que respetar su historia y evitar juicios e interprestaciones sobre lo que estaba ocurriendo. El montaje de la película duró más de 5 meses. Fue determinante el papel de una maga del montaje llamada Ana Pfaff. Sin ella ReMine hubiera sido otra cosa.

A menudo se criticó la violencia de las protestas mineras, donde se cortaron carreteras y autopistas, se utilizaron voladores... Pero hay que entender que estaba en juego el modo de vida de pueblos enteros, que son personas que trabajan en condiciones muy duras y la tradicional movilización sindical de Asturias, donde nació el movimiento obrero español, ¿no?

El debate sobre la violencia es recurrente a lo largo de la centenaria historia de la lucha minera. Emplean métodos de lucha que prácticamente están extinguidos en Europa y que históricamente les han dado resultados. Pero ¿qué es más violento: cortar una carretera durante un par de horas quemando neumáticos y protegiendo el corte con voladores contra la Guardia Civil o rechazar el diálogo unilateralmente cuando has decidido recortar las ayudas que mantienen a flote un industria que alimentaba a 100.000 personas en todo el país? No hubo un herido de consideración en los tres meses de protesta pero años más tarde hay más de 40.000 familias en las cuencas mineras a las que le han arrebatado su futuro inmediato y que están sufriendo enormes dificultades para sobrevivir.

Marcos, la población apoyó bastante a los mineros. En aquella marcha que hizo un grupo de mineros a Madrid, en la capital se los recibió con un gran clamor popular al grito de "esta es nuestra selección". ¿Tú crees que, en estos momentos de crisis económica, el sector de la minería ha sido un ejemplo, y una inspiración para otros sectores?

Es un papel que ha jugado históricamente la minería y los mineros asturianos. Ocurrió en 1934 con la Revolución de Octubre para evitar la llegada del fascismo, en 1962 durante el franquismo para exigir una negociación que permitiera mejorar unas condiciones laborales terribles o ahora en plena crisis que fue el colectivo cuya protesta ha resultado más sonora frente a los recortes del Gobierno. Pero creo que en la huelga de 2012 hubo más admiración y mitificación que inspiración para otros sectores. Me da la impresión que aquello fue más un acto de gratitud que un contagio al resto de colectivos de trabajadores. Hace falta organización para resistir a las presiones y desafortunadamente los trabajadores ya no estamos organizados. Pero soy optimista y creo que estamos viviendo un momento de cambio en todos los sentidos y también están gestándose nuevas formas de movimiento obrero.

¿Cómo ves tú el futuro de la minería española, tan amenazada por la deslocalización de la extracción del carbón, que se ha llevado a otros países, y a la diversificación del sector energético?

En estos momentos, no hay ninguna política energética en los países desarrollados que esté planeando reducir el uso de carbón para producir energía eléctrica. Ni siquiera, hay debate sobre los efectos medioambientales. Las compañías eléctricas prefieren importar el carbón de países como Sudáfrica o Colombia donde la extracción resulta más barata y los beneficios mayores, entre otras cosas, porque los derechos de los trabajadores en algunos casos son inexistentes. Pero ¿qué significa rentabilidad? Creo que debemos empezar a relativizar ese término. Somos trabajadores y no deberíamos emplear el discurso de las multinacionales que sólo entienden de beneficios económicos. Creo que existe también la rentabilidad social y más de 100.000 personas viven de la minería en España. Otra cosa sería hablar de daños medioambientales o de la necesidad de trabajar a 600 metros bajo tierra para extraer carbón en el siglo XXI. La reindustrialización de las comarcas mineras empezó hace más de 30 años en España y apenas hay resultados visibles de ese cambio de estrategia después de gastar miles de millones en de euros en ocurrencias sin ninguna estrategia política, ni económica. Pero la responsabilidad no es de los trabajadores. De todas formas, si nada lo remedia la minería tiene certificado de defunción en la UE. Las políticas europeas han dictaminado el cierre de toda la minería no rentable a partir de 2018.