El Madrid de abril de 1939 no era muy diferente al que Manuel Gómez Pereira retrata en La Cena (2025). La capital de la rabia, la miseria y la represión tras el éxito del golpe de Estado del bando sublevado, que imponía el servilismo como única manera de sobrevivir para los que no habían sido masacrados. Es en este escenario en el que Mario Casas se planta con la burlesca misión de acondicionar el Hotel Palace y formar un equipo de cocineros decente para una cena en la que Franco, como anfitrión, celebrará la victoria de la Guerra Civil.
En la nueva película producida por La Terraza Films, ambas premisas -la real y la ficticia- conviven en armonía sin que ninguna pierda su propia esencia. En una versión alternativa de la Historia de España y muy al estilo de La niña de tus ojos, el guion se atreve a satirizar el franquismo y sus valuartes con un ácido sentido del humor.
Y es que es la comedia el aliado principal de este largometraje, protagonizado por Alberto San Juan, Mario Casas y Asier Etxeandia, un aderezo que no suele verse en los largometrajes nacionales sobre la Guerra Civil y que sin embargo en La Cena, no deja de aparecer. Quizás ya era hora de hacer con Franco algo parecido a lo que Taika Waititi hizo con Hitler en Jojo Rabbit.
Atreverse a mear a Franco
Gómez Pereira cierra así un ciclo cómico contado a tres voces. Primero fue Bajarse al moro (1987), en la que Pereira hacía de ayudante de dirección de Fernando Colomo, quien trabajaba con guion de Joaquín Oristrell y adaptaba la obra de José Luis Alonso de Santos. La otra cara del espejo es La Cena, en la que esta vez es el madrileño el que coge las riendas junto al mismo guionista, además de con Yolanda García Serrano, para adaptar una obra también escrita por Alonso de Santos.
El largometraje juega con los contrapuntos. De asesinar "a rojos" a bocajarro a una comedia de enredo en la que Franco acaba bebiendo sopa meada. Sin embargo, esto no procura que el largometraje se depegue de la historia. Los verdaderos falangistas, como el personaje de Etxeandia se encarga en todo momento de recordar, son inhumanos, crueles y terribles.
Así poco a poco se desarrolla una historia que trata aquel contexto histórico con ligereza, que no superficialidad, atrevimiento y sorna en una grotesca comedia coral en la que cabe todo. Por Alberto San Juan y Mario Casas pasa la película entera. Dos hombres sin vocación de conflicto ni guerra en los que, debido a las circunstancias, recae cierta responsabilidad en el devenir de los acontecimientos. En sus manos se encuentra el destino de cinco presos republicanos condenados al fusilamiento.
A pesar de ello, el largometraje basado en la obra teatral La cena de los generales, va más allá, y propone una sátira directa a Franco, un recurso poco habitual en las películas inspiradas en la Guerra Civil. Es por ello que La Cena le roba la solemnidad al dictador, dejándolo en ridículo a través de lo cómico e incluso, lo humillante.
Una comedia "necesaria" en momentos de recesión
El libertinaje a la hora de narrar y el claro corte antibelicista de La Cena, la convierte, como su propio director ha indicado, en una película "necesaria", especialmente en tiempos de auge de la extrema derecha y recesión reaccionaria en el ámbito cultural. En este sentido, la comedia sirve de arma y óptica a la vez para narrar desde un espacio concreto una realidad que nos atraviesa a todos cada día, en un momento en el que, como señalaba Pereira, "hay elementos de ultraderecha que están provocando la posibilidad de cometer errores que propiciaron la II Guerra Mundial".
Además de ello, la película española cuenta con el impulso particular de los roles fememinos, muy presentes y que atisban también un punto de reivindicación. Así ocurre con la orquesta de músicas profesionales de Palace o el interesante debate que plantea el personaje de Eva Ugarte.
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