Resulta que Jeff Bridges, además de un premiado actor, productor, músico y hasta vinicultor, es también fotógrafo. Y de los buenos, como demuestra que haya recibido una mención especial de los Infinity Awards.


Comenzó a hacerlo en 1984. Bridges, en los tiempos muertos de los rodajes de sus películas, se perpetra en la retaguardia del visor de su cámara retratando el backstage, disparando a sus compañeros de reparto –o a su padre y hermano, también actores-, al equipo de maquillaje, a su –por lo general, desordenado- camerino… Así, el protagonista de El gran Lebowski ha compuesto un amplísimo portfolio que documenta la parte más íntima y desconocida de la producción de un filme.


El equipo fotográfico de Bridges, que ya se hacía selfies en estos entornos mucho antes la entrada en escena de los smartphones, consiste en una cámara Widelux, un modelo analógico, pesado y panorámico, que, según expresó él en su libro Pictures, que lanzó en 2003, le gusta porque no tiene un enfoque especialmente preciso y deja mucho a la arbitrariedad. Y eso, según afirma este intérprete oscarizado por Corazón rebelde, lo vuelve muy similar al ojo humano, dotando de honestidad a las fotos.