Esta es una afirmación de Claudio Bertonatti, uno de los naturalistas más reconocidos de Argentina, en un artículo que publicó hace unos días y que ha causado la polémica en los círculos medioambientalistas y naturistas, no sólo de Argentina, sino de otras partes del mundo.

En ese artículo empezaba diciendo:Uno de los grandes problemas ambientales es que las verdades se mueven reptando lentamente por la selva mientras que las mentiras vuelan rápido por cielo despejado. Otro de los problemas es que desde las buenas intenciones se pueden tomar malas decisiones.

Por eso dedico este artículo a quienes dejaron de alimentarse con carne por compasión o solidaridad con los animales. No lo dirijo, entonces, a quienes evitan su consumo por motivos nutricionales, filosóficos o religiosos. Tampoco resultará apto para fanáticos, fundamentalistas o para quienes no dudan de sus creencias u opiniones. No pretendo herir a nadie”.

Claudio Bertonatti, naturalista



El naturalista argentino continúa afirmando: “Hay personas que suponen que al evitar el consumo de carne no matan animales. Tengo una pésima noticia para ellas: no es cierto. El más despojado plato de arroz o un simple pedazo de pan también implica un impacto mortal para muchos animales. Que no lo veamos ni sepamos es otro tema. Pero la muerte está presente de un modo inevitable. No existe el desarrollo humano con impacto ambiental cero: para que nosotros podamos vivir muchas formas de vida deben morir. Esta afirmación es chocante pero es una de las verdades más obvias de la ecología, que es la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su ambiente”.

El científico invita a los lectores de su artículo que visiten un campo ganadero y otro agrícola en la misma región y que observen todos los detalles, la presencia de aves, anfibios, reptiles, mamíferos, hongos o plantas. Se constata que un cultivo sólo vive consigo mismo, los pájaros no son bienvenidos, ni ninguna especie animal y, en muchos casos, se combate su presencia con venenos, trampas o caza. Su conclusión se matan animales para que se produzca de forma eficiente el grano, las verduras, etc., todo lo que comen los veganos y vegetarianos. Otro elemento importante que hay que tener en cuenta es que para realizar los cultivos muchas veces se destruye la vida salvaje, se destruyen selvas, con la consiguiente eliminación de la fauna salvaje y del lugar. Ocurre lo mismo cuando se drenan los ríos o se secan las lagunas y se desvían los arroyos para preparar los campos de arroz, el más común de los cultivos en todo el mundo.

Deforestación en la Amazonas brasileña para establecer cultivos



Este es un párrafo especialmente lacerante de su artículo, titulado La confusión del veganismo: “Claro, la muerte es distinta porque ocurre más lejos, de un modo difícil de ver y variada en su forma (alterando el ambiente, envenenando o disparando balas). Una característica fundamental es que no se matan puntualmente los animales domésticos a consumir (para los que hay una sensibilidad más desarrollada), sino una enorme cantidad de animales de una gran diversidad de especies silvestres: desde invertebrados hasta peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Estos impactos se tornan “invisibles” a la distancia de una gran ciudad y en consecuencia son poco emotivos. Y lo que no emociona no es evocado”… “A diferencia de lo que ocurre con las variedades domésticas, las especies silvestres que se extinguen no tienen reposición. Este disparate tiene un correlato coherente, aunque irracional. Entre muchos vegetarianos y veganos hay dolor o lamento constante por la muerte de animales domésticos (que vale la pena aclarar, están fuera de peligro de extinción porque se crían a gran escala) y un silencio sepulcral ante la muerte de la multitud de individuos de especies diferentes de la fauna salvaje. O lo que es peor, ante la desaparición del ambiente en el que conviven miles de formas de vida, muchas veces, de especies amenazadas”.

En una reciente entrevista Claudio Bertonatti era más dura al afirmar: “Trigo, arroz, maíz. La mayoría de los veganos los comen. El primer impacto de los cultivos masivos es la deforestación: desalojamos a la naturaleza para plantar. En Argentina directamente se quema la selva y se queman nidos con lanzallamas. Luego hay que defender la siembra de las aves que vienen a hurgar, por lo que muchos propietarios distribuyen granos envenenados. Después, los herbívoros silvestres van a ir a por los primeros brotes: se ponen entonces alambradas eléctricas, o directamente se cazan a tiros”.

Ver el artículo entero en http://www.noticiasagropecuarias.com/index.php/77-opinion/5403-la-confusion-del-veganismo