Una práctica habitual en muchos hogares podría no ser tan recomendable como se pensaba. Tras finalizar un ciclo de lavado, dejar la puerta de la lavadora abierta es una medida extendida para prevenir la formación de moho. Sin embargo, algunos expertos advierten ahora de que esta costumbre podría ser contraproducente.

Las lavadoras: un electrodoméstico propenso al moho

Según declaraciones recogidas por la empresa de limpieza Emily’s Maid, con sede en Dallas (EE. UU.), las lavadoras —especialmente los modelos de carga frontal— son entornos propensos al crecimiento de moho debido a su humedad constante y falta de ventilación. “Es una zona húmeda y oscura que permanece cerrada la mayor parte del tiempo”, explican desde la compañía. El riesgo es mayor en aquellas máquinas que incorporan juntas de goma, material del que el moho puede alimentarse.

Limpia la lavadora periódicamente

Además del impacto en el olor de la ropa, la proliferación de moho puede suponer un riesgo para la salud, especialmente en personas con alergias o problemas respiratorios. Para hacer frente al problema, los especialistas recomiendan realizar una limpieza periódica del electrodoméstico, prestando especial atención a las juntas de goma y a los dispensadores de detergente. También sugieren realizar lavados con agua caliente y un ciclo con lejía para desinfectar el tambor y otras partes internas.

Mantén la puerta abierta pocos minutos

No obstante, el verdadero debate surge en torno al momento posterior al uso de la lavadora. Aunque durante años se ha aconsejado dejar la puerta entreabierta para facilitar la ventilación, algunos expertos cuestionan ahora esta práctica. Según sus indicaciones, mantener la puerta abierta más allá de unos minutos no mejora significativamente la ventilación y podría incluso resultar innecesario si la máquina ha sido limpiada correctamente y se permite un breve periodo de aireación.

Ventilación y luz

La recomendación actual es introducir una buena ventilación general en la zona de lavado y, si es posible, permitir la entrada de luz natural. Esta combinación ayuda a prevenir el ambiente propicio para el moho sin necesidad de mantener la puerta abierta durante largos periodos.

El consejo, en definitiva, no es abandonar por completo una práctica común, sino revisar su efectividad y complementarla con una rutina de limpieza más rigurosa. Con pequeños cambios de hábito, es posible cuidar mejor tanto del electrodoméstico como de la ropa y, por extensión, de la salud del hogar.

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