Federico García Lorca lo ocupa casi todo en la provincia donde nació: su tierra, sus espacios, su memoria, su orgullo, su sensibilidad... Pero hay tres sendas principales para seguir sus pasos por Granada, por “su Granada”, como escribió Antonio Machado desde la desolación por la pérdida del amigo: la senda del origen (la de los pueblos de la Vega: Fuente Vaqueros, Valderrubio y Pinos Puente); la de su formación y madurez (la ciudad que lo recibió desde el entorno rural y donde se formó y creció en compañía de una de las generaciones de creadores e intelectuales más brillantes de su época) y la ruta final, la de la muerte (los breves pero intricados caminos donde fue asesinado tras la sublevación de 1936 y los campos donde quizá repose su cuerpo acribillado junto a los de otros cientos de víctimas de la represión). Tres sendas y un proyecto, Universo Lorca -auspiciado por el Patronato de Turismo de la Diputación de Granada y respaldado por todas las instituciones lorquianas y el Instituto Cervantes- que resume y pone en manos del lector o del viajero las claves para seguir la huella de Federico en Granada. Y una página web en crecimiento permanente para conocer su vida, sus libros, sus éxitos, sus amigos y adentrarse en los secretos de la Granada lorquiana como un anticipo de la visita.

Su casa natal en Fuente Vaqueros es hoy un museo

La primera senda abarca la casa natal de Fuente Vaqueros, transformada en museo, donde se conservan algunos enseres rescatados del tiempo, como la cuna, los muebles o los libros que la madre, doña Vicenta, le leía al futuro escritor, además de manuscritos, dibujos, primeras publicaciones… En Fuente Vaqueros el futuro poeta acudió a la escuela donde su madre fue maestra de primeras letras antes de casarse con Federico García Rodríguez. Al lado de la casa museo está la parroquia donde el niño Federico acompañaba a su madre a los oficios religiosos y en donde fue bautizado a los seis días de nacer. Allí, en La Fuente, como llaman al pueblo los vecinos, se subió por primera vez a un escenario, organizó sus primeras funciones teatrales y jugó a decir misa como si fuera parte de una comedia inverosímil.

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Museo Casa Natal de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros (Foto: Juan A. Martín Jaimez-Universo Lorca)

Museo Casa Natal de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros

Pero la verdadera influencia fue el campo abierto. “Siendo niño”, declaró en 1934, “viví en pleno ambiente con la naturaleza. Como todos los niños, adjudicaba a cada cosa, mueble, objeto, árbol, piedra, su personalidad. Conversaba con ellos y los amaba”. En el patio de la casa había una fila de chopos musicales que parecían hablar entre sí cuando el viento movía sus ramas. “Yo solía pasarme las horas acompañando con mi voz la canción de los chopos. Otro día me detuve asombrado. Alguien pronunciaba mi nombre, separando las sílabas como si deletreara: ´Fe… de… ri… co”.

“Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino medio pan y un libro"

Y a Fuente Vaqueros volvió, recién proclamada la Segunda República, a leer una alocución con motivo de la inauguración de la biblioteca pública que contiene su famosa comparación entre el pan y los libros: “Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales”.

 

Casa de Frasquita Alba, que inspiraría uno de los dramas rurales de Federico García Lorca: 'La Casa de Bernarda Alba' (Foto: Juan A. Martín Jaimez-Universo Lorca)

Visita teatralizada en la Casa de Frasquita Alba, que inspiraría uno de los dramas rurales de Federico: ‘La casa de Bernarda Alba​

El Centro de Estudios Lorquianos, contiguo al museo, guarda todos los tesoros, además de los archivos de los investigadores Ian Gibson y Eduardo Molina Fajardo, entre otros. A pocos kilómetros está Valderrubio o, como se llamaba entonces, Asquerosa (una denominación defectiva del nombre original auténtico: Aguarosa o Acuarosa, es decir, abundante en aguas) donde el poeta acabó su escolarización y donde vivió, primero permanentemente y luego por temporadas, y escribió su inmensa obra juvenil. Allí está la casa familiar y la vivienda de la familia Alba que le inspiraría uno de sus dramas rurales: La casa de Bernarda Alba. Pero, sobre todo, como en Fuente Vaqueros, está el campo: “Mis más lejanos recuerdos de niño”, declaró en 1933 muy lejos de allí, en Argentina, “tienen sabor de tierra. La tierra, el campo, han hecho grandes cosas en mi vida. Los bichos de la tierra, los animales, las gentes campesinas, tienen sugestiones que llegan a muy pocos”.

Federico se mudó a Granada en 1909 para completar su formación y fue el epicentro de su despertar literario

 

Chikito, El Rinconcillo, donde Federico García Lorcas hacía tertulias con sus influyentes amigos (Foto: Juan A. Martín Jaimez-Universo Lorca)

El Rinconcillo del antiguo Café Alameda, hoy restaurante Chikito, donde Federico mantenía tertulias con sus influyentes amigos​

Granada capital, a donde la familia se mudó en 1909 para garantizar la formación de los cuatro hijos, fue el epicentro del despertar literario de un adolescente que primero tuvo vocación de músico. Allí estuvo todo: su instituto, sus maestros de música, su colegio de refuerzo (donde encontró un plantel de profesores que luego elevó a literatura en Doña Rosita la soltera), sus dos casas principales, su tertulia en El Rinconcillo, sus amigos más influyentes (Manuel de Falla, que se mudó definitivamente en 1920; Fernando de los Ríos, Manuel Ángeles Ortiz, Hermenegildo Lanz o Ismael de la Serna); sus lugares de encuentro: la taberna de El Polinario, en la Alhambra; el Generalife, tan vinculado a Juan Ramón Jiménez y a Zenobia Camprubí (que lo visitaron en 1924) o a la composición de El maleficio de la mariposa, su primera obra teatral estrenada y su primer fracaso; la Plaza de San Nicolás o la de los Aljibes; el Carmen de la Antequeruela, hoy casa museo de Manuel de Falla, y los siniestros inmuebles, como el antiguo Gobierno Civil, ligados al último acto de su vida. Y entre las casas que habitó, la única que permanece en pie con toda su grandeza, la Huerta de San Vicente, donde trabajó su obra de madurez. En el sobrio escritorio de madera escribió La zapatera prodigiosa, el Romancero gitanoEl públicoBodas de sangreYermaAsí que pasen cinco años

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Huerta de San Vicente, donde vivió Federico García Lorca (Foto: Juan A. Martín Jaimez-Universo Lorca)

La Huerta de San Vicente, casa veraniega de la familia Lorca en la Vega de Granada, donde escribió muchas de sus obras​

Aparte de las tres sendas básicas, la personalidad fascinante de Lorca pobló toda la geografía de Granada desde la Alpujarra a Guadix

Sin embargo, si nos abstraemos de esas tres sendas básicas, descubriremos que hay muchos más espacios que la personalidad fascinante de Lorca pobló como si él mismo fuera un bosque lleno de ríos discretos, hadas, rebaños, mariposas atrapadas en su maleficio, pozas que reflejan las estrellas, alacranes, gusanos y curianas, un bosque que se extiende por gran parte de la geografía de Granada, desde la Alpujarra a Guadix, y se adentra, gracias a la imaginación cómplice de sus lectores, por ramales insospechados llenos de personajes trágicos o cómicos, metáforas que ascienden como montañas y bifurcaciones sentimentales que llegan, como las arterias, hasta el corazón. En Lanjarón, donde toda la familia acompañaba a la madre a tomar las aguas para curar sus afecciones hepáticas desde 1924, Federico preparó su única exposición de dibujos en solitario para la galería Dalmau de Barcelona; completó algunos de los poemas del Romancero gitano y paseó con sus amigos por los pueblos limítrofes.

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Y luego está la senda trágica del asesinato que comenzó en la casa de la familia Rosales,  donde fue detenido y continuó por los campos de Víznar y Alfacar, casi intactos, donde reposan las víctimas de la represión nacionalista que siguió al comienzo de la Guerra Civil. Allí está Fuente Grande o Aynadamar (Fuente de Las Lágrimas, en su derivación árabe, en alusión a las burbujas que ascienden desde el fondo de su manantial abierto), los restos de La Colonia, una finca de recreo veraniego para niños transformado en lugar de detención de los condenados a muerte en 1936, o el barranco de Víznar, donde fueron ejecutados miles de republicanos, convertido hoy en lugar protegido de Memoria Histórica.

El viajero que continúe sus pasos por su tierra descubrirá, como un visitante de la Granada de hace un siglo, la estela de su imaginación literaria

Plaza de los Aljibes, en la Alhambra

Fuente de Aynadamar o de Las Lágrimas, en Alfacar, situada muy cerca de donde se cree que Lorca fue asesinado​

Pero en realidad, toda Granada es Lorca y Lorca es Granada entera. El viajero que se empeñe en iniciar la aventura de continuar sus pasos por su tierra descubrirá, como un visitante de la Granada de hace un siglo, la estela de su imaginación literaria. De una forma misteriosa la literatura empapa los paisajes y quien pasee por Fuente Vaqueros o Valderrubio entenderá de otro modo las composiciones del Libro de poemas o de Canciones, los personajes de Doña Rosita o la tragedia de Mariana Pineda. Federico escribió una obra genial y además dejó descripciones de su tierra que, cien años después de que fueran redactadas, son reconocibles como se reconocen los paisajes en las tarjetas postales antiguas con los colores ligeramente desvaídos o se evocan los sonidos de los campanarios o las puestas de sol sublimes. “Granada”, escribe Federico García Lorca al diplomático Melchor Fernández Almagro en el otoño de 1921, “va palideciendo por instantes y en las calles que dan al campo hay una desolación infinita y un rumor de puerto abandonado. El otoño convierte a la vega en una bahía sumergida. En el cubo de la Alhambra ¿no has sentido ganas de embarcarte? ¿No has visto las barcas ideales que cabecean dormidas al pie de las torres? […]. Estoy deseando de marcharme y, sin embargo, no quisiera partir hasta que todo no estuviera dorado”.

Federico dejó descripciones de su tierra que, cien años después, son reconocibles como se reconocen los paisajes en las tarjetas postales antiguas

Quien pasee por la Carrera del Darro podrá compartir la emoción que el poeta dibuja en esta carta llena de nostalgia a su amiga Emilia Llanos escrita desde Madrid en noviembre de 1920: “¡Qué hermosa y qué triste estará la carrera del Darro y qué nubes habrá por Valparaíso!, ¿verdad? Yo recuerdo a Granada como se debe recordar a las novias muertas y como se recuerda un día de sol cuando niño. ¿Se han caído del todo las hojas?”.

Y quien ascienda a la Plaza de San Nicolás, por los vericuetos del Albaicín, el escenario inicial del Concurso de Cante Jondo de 1922, podrá salmodiar la descripción que el Federico adolescente escribió en su primer libro, Impresiones y paisajes: “Calles que sienten las melodías plateadas del Dauro y las romanzas de hojas que cantan los bosques lejanos de la Alhambra… Albayzín hermosamente romántico y distinguido. Albayzín del compás de Santa Isabel de las entradas de los cármenes. El Albayzín de las fuentes, de las glorietas, de los cipreses, de las rejas engalanadas, de la luna llena, del romance musical antiguo”.

Todo Lorca, toda Granada.