Que Mallorca es una isla maravillosa no es ningún secreto. De hecho, hay varios sitios que ElPlural.com ha destacado durante los veranos dentro de ella, pero el lugar que os traemos a continuación tiene varias cosas que consideramos, hay que destacar en un único artículo. Se trata de Valldemossa, un enclave declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, medieval y rodeado de un increíble valle rodeado de montañas.

Además de todo lo que hay que ver en él, se encuentra en un punto privilegiado de la sierra de la Tramuntana, donde también encontrarás localidades como Deià, Banyalbufar o Fornalutx, situado en el valle del Sóller y catalogado como uno de los más bonitos de España. Sin embargo, para muchos Valldemossa es el más bonito de la zona por diversas razones. Algunas de ellas tienen nombre y apellido, como la Real Cartuja, la cual los reyes eligieron el año pasado para realizar su habitual posado veraniego.

Darío, Unamuno, Chopin o Douglas

 Se podría decir que Valldemossa se levanta sobre las huellas de artistas de la talla de Fréderic Chopin o de Rubén Darío. El primero y su amante se alojaron aquí, en una celda precisamente de la Real Cartuja, y disfrutaron del pueblo y su entorno, mientras que el segundo compuso en el municipio alguna de sus obras.

Éste llegó a decir que es el lugar “más hermoso del mundo”, algo que respaldan, además del mencionado escritor, otros personajes de renombre que también estuvieron aquí como el cineasta Michael Douglas, Miguel de Unamuno o el archiduque Luis Salvador de Austria.

Historia de Valldemossa

Como ya habrás podido comprobar, el pasado histórico de Valldemossa es muy enriquecedor, lo cual hace que sea todavía más bonito y recomendable de visitar. Pero hay momentos concretos a destacar, entre los que se encuentra que a principios del siglo XIV el monarca Jaime II, primero del Reino de Mallorca, mandara construir un palacio para su hijo Sancho. Tiempo después la edificación se cedió a la Orden de los Cartujos por medio del rey Martín I de Aragón “el Humano”, encargados de transformarlo en la Real Cartuja.

Asimismo, Valldemossa vio nacer a Santa Catalina Thomas en 1531, un hecho reseñable en tanto en cuanto se trata de la única Santa mallorquina. Fue canonizada en el siglo XX y en la calle Rectoria hay una capilla en su honor. Estos dos hechos, junto a los artistas de renombre que pisaron la isla, son dos de las cuestiones más destacables.

Qué ver en este pueblo de Mallorca

Como no podía ser de otra manera, comenzamos nuestro recorrido en la Real Cartuja, ubicada al final de la transitada Via Blanquerna, en la Plaza de la Cartuja. El monumento responde a un enorme conjunto monumental en el que destaca su iglesia, con frescos del cuñado de Goya, una antigua farmacia, una colección de arte única y otra del Archiduque Luis Salvador. El precio de la entrada es de 9,50 euros, pero merece la pena entrar. Además, si se hace la gestión de manera online, sale más barato.

Otro lugar de interés es el museo Frédéric Chopin y George Sand, dentro de la propia cartuja, aunque el acceso a estos sitios no está incluido en la entrada. El principal atractivo de este museo es su celda número 4, donde se alojaron los dos protagonistas que dan nombre a la estancia. Si adquieres el ticket -por 4 euros- podrás ver en primera persona el piano original del compositor, traído de París y que después vendería a una familia en Mallorca.

Si en algún momento estás cansado -y si no también- una buena opción para hacer un alto en el camino son los jardines del rey Juan Carlos, que ofrecen unas vistas únicas del campanario de la Cartuja. En ellos se pueden apreciar, además, bustos en forma de homenaje a algunos de los personajes ya mencionados que pasaron en algún momento por la isla, como el del propio Chopin, Rubén Darío o Luis Salvador de Austria.

En los jardines del rey Juan Carlos, podremos apreciar los homenajes de Chopin, rubén Darío o Luis Salvador de Austria

Todavía dentro de la Cartuja destaca el Palacio del Rey Sancho, levantado seguramente -aunque no hay certezas plenas- sobre un alcázar de un antiguo señor árabe Mussa, quien daría el nombre a la localidad (Valle de Mussa). Para que nadie se lleve sorpresas, hay parte del mobiliario que no es original, aunque lo cierto es que está muy bien ambientado.

Salimos del lugar principal de Valldemossa y aún encontramos cosas que ver. Por ejemplo, toda la ciudad. ¿Es esto posible? Sí, si te acercas al mirador de Miranda des Lledoners, en la calle Jovellanos y que ofrece una panorámica increíble del municipio. Además, está rodeado de bares y restaurantes para tomar algo.

O la iglesia de San Bartomeu, cuyo origen se remonta a la época de la Reconquista. Localizada asimismo en la zona baja del pueblo, se puede decir que es el área con más vida porque acoge el casco urbano y es donde en su día se originó la población de Valldemossa.

Por último, no te puedes ir sin conocer la casa natal de Santa Catalina Thomas, mencionada unas líneas más arriba. Hay que señalar que la presencia de Santa Catalina se hace notar en todo el pueblo, pues las puertas tienen encima de ellas una baldosa con su figura, pero su casa natal es “su sitio”, hoy reconvertido en capilla.