La ciudad es el reflejo de las personas que viven en ella. Por eso, los ciudadanos pedimos cada vez más, vivir en ciudades lo más sanas y sostenibles posibles. Queremos vivir bien, no contaminar y cada vez queremos más y mejores infraestructuras para hacer las cosas bien desde la ciudad. Es muy interesante la evolución que se está dando en las ciudades y barrios. Los antiguos se transforman mejor desde la rehabilitación, es lo más ecológico y quedan mejor. Los nuevos desde una integración de la naturaleza en el barrio y del barrio en la naturaleza. El concepto de la transición natural en las ciudades es y será el futuro, junto con una movilidad más sostenible, pensando en el uso y no tanto en la propiedad, un consumo de agua y energía muy eficientes y una producción energética limpia en el sitio. Ya tenemos buenos ejemplos fuera y dentro de España. Las ciudades más avanzadas ya están diseñando estos modelos. Los ciudadanos lo quieren y lo exigen. Es buen momento. Las ciudades que no lo tengan en cuenta perderán el tren. Seguro.

Se puede y se debe luchar contra el cambio climático y sus efectos en un barrio, ciudad o nuestra propia casa, desde todos los sitios. En mi caso concreto, cuando hago mis programas de divulgación ambiental en medios de comunicación siempre lo hago con un criterio: la suma de muchos haciendo aunque sea un poco se convierte en muchísimo. Por poner un ejemplo muy simple, si todos los que lean este medio deciden usar su coche particular la mitad de las veces que lo hacen habitualmente para desplazamientos de menos de dos kilómetros, habremos evitado las emisiones de varias toneladas de CO2 a la atmósfera y, además, habremos dado un paseo que es bueno para la salud. En España, el 80% de los desplazamientos en coche se realizan para distancias de menos de dos kilómetros. Podemos hacer muchas cosas en casa: ser eficientes en el consumo de agua y energía, producir energía eléctrica con paneles solares (ahora es el mejor momento para ello), evitar la compra de “usar y tirar”, potenciar la compra de productos de cercanía que además ayuda a la economía nacional en un momento complejo. Vivir el barrio.

El modelo de economía circular ha generado un gran consenso porque es muy sensato. De forma sencilla podemos explicar que el modelo tradicional de producción es lineal: sacamos recursos, producimos un bien, lo usamos y lo desechamos. El modelo de economía circular es el que trata desde el inicio de volver a usar las cosas. Usamos recursos que obtenemos del reciclaje de otros ya usados, en el metal llevamos casi toda la humanidad haciéndolo por ejemplo, producimos con energía limpia y ya pensamos en crear productos que empleen materiales reutilizables, los hacemos duraderos y así hay que cambiar piezas y finalmente, los reciclamos. Ahora tiramos a la basura verdaderas fortunas reutilizables. En la UE cada año tiramos solo en oro, plata y bronce el equivalente a 5.000 millones de euros. Lo llevan principalmente los componentes electrónicos.

¿Cómo puede y debe ser el urbanismo y la vivienda para ser coherente con el medioambiente? Debe ser un elemento continuo con el entorno, no una valla con el mismo, facilitar en su configuración lo que ya queremos en casa: ser muy eficiente energéticamente, producir energía en el sitio con sistemas limpios, utilizar el agua de forma eficiente usando, además de sistemas de goteo, recogida de agua de lluvia y riego eficiente, una jardinería de plantas de bajo consumo y autóctonas, tener sistemas sencillos de recogida de residuos y todo aquello que ya queremos ver de forma inteligente en nuestras casas implantado en la ciudad. Facilitar la movilidad en el propio espacio, con zonas comunes y servicios cercanos, para ir andando de forma cómoda y segura. Debe pensar en el futuro, ser un buen ejemplo y utilizar el conocimiento, experiencia y participación ciudadana lo mejor posible. Tenemos mucha gente preparada, con gran valor y muchas ganas de hacer las cosas bien.

Si se hace bien y con criterios de sostenibilidad, la ciudad gana, aumenta generalmente el suelo público, la convivencia y el uso de los espacios, la calidad de vida de los habitantes y el compromiso de todos. Espacio natural bien gestionado para ser usados de titularidad pública igualmente, unas viviendas muy eficientes y un buen ejemplo. Pero gana también el territorio, ganamos todos. Si podemos demostrar que es posible y bueno para los ciudadanos, las ciudades y los promotores privados, cundirá el ejemplo.

El reto, y es clave, es que no se vuelva a modelos urbanísticos ya empleados en España y de pésimo resultado como salida a la crisis económica. Alguien me dijo una vez algo que me dejó “pasmado”, calculó que el beneficio de la época del boom inmobiliario era de cien mil millones de euros (la cifra es lo de menos, es una “burrada” seguro) y que del resultado de todo ese proceso no nos habíamos convertido en el país con mayor conocimiento, mejores profesionales, empresas líderes a nivel mundial, patentado sistemas y materiales nuevos... nada. En otros sectores como la obra civil, era al contrario: hemos realizado mucha obra, pero nuestras empresas, profesionales y productos y servicios lideran los mercados. Ahora tenemos un reto importante de desarrollo, tenemos un problema de acceso a la vivienda indudable y una voluntad de acción sostenible. Parece claro.