Cuando observamos un candado, lo primero que solemos notar es su forma robusta y su mecanismo de seguridad. Sin embargo, un detalle que pasa desapercibido para muchos es el pequeño agujero que aparece en la parte inferior de muchos de estos dispositivos. A simple vista, este orificio podría parecer una mera cuestión estética o un elemento de diseño sin mayor relevancia. No obstante, especialistas en datos útiles y curiosidades aseguran que este pequeño agujero tiene una función esencial que garantiza tanto el buen funcionamiento como la durabilidad del candado.
¿Para qué sirve el agujero?
La principal función de este agujero es la de actuar como un drenaje. Esto es especialmente importante en candados que están expuestos al aire libre, como los que se usan en puertas exteriores, rejas, casilleros o portones. Estos candados están constantemente en contacto con condiciones climáticas cambiantes, lo que incluye lluvia, nieve y humedad. El orificio permite que el agua que pueda haberse acumulado en el interior del mecanismo se drene de manera eficiente.
Si no existiera esta abertura, el agua quedaría atrapada en el interior del candado, lo que podría generar oxidación en sus piezas internas. La oxidación, a su vez, podría afectar gravemente el funcionamiento del candado, comprometiendo su seguridad y eficacia, algo que sería un problema serio, sobre todo en situaciones que requieren alta fiabilidad.
Mantiene los candados operativos
Pero la utilidad del agujero no se limita a ser un simple drenaje. También cumple una función crucial en el mantenimiento del candado. A lo largo del tiempo, los mecanismos internos de un candado pueden verse afectados por factores como el polvo, el óxido, la humedad o las altas temperaturas. Estos factores pueden endurecer las piezas del interior, haciendo que el candado sea más difícil de abrir y operar. Gracias al agujero, es posible aplicar aceites o lubricantes especiales directamente en el interior del candado, lo que ayuda a mantener las piezas internas móviles y operativas. Este sencillo acto de mantenimiento puede prolongar considerablemente la vida útil del candado, asegurando que siga cumpliendo su función de manera eficiente durante muchos años.
Para algunos sirve como un sistema de emergencia
Además, en algunos modelos específicos de candados, el agujero tiene una función adicional. Algunos candados cuentan con un sistema de emergencia que permite ser desbloqueados utilizando una llave especial a través de este pequeño orificio. Esta característica resulta útil en situaciones en las que el mecanismo habitual de apertura no funciona correctamente, ya sea por fallo de la llave tradicional o por mal funcionamiento del sistema. En estos casos, la llave especial que se introduce a través del agujero puede desbloquear el candado de manera técnica o de emergencia, permitiendo que el propietario acceda a lo que se encuentra asegurado.
El origen de los candados
La historia de los candados es fascinante y nos remonta a miles de años atrás. Se cree que los primeros candados fueron creados hace más de 4.000 años en civilizaciones como la egipcia y la babilónica. Estos primeros modelos no se parecían en nada a los candados modernos, pero su función básica de seguridad ya estaba presente.
Más tarde, los romanos perfeccionaron el diseño y utilizaron metales más resistentes y mecanismos más sofisticados. El candado tal como lo conocemos hoy fue patentado por el estadounidense Theodor Yale en 1857. Su diseño permitió una mayor fiabilidad y robustez, lo que hizo que el candado se convirtiera en un elemento esencial en la seguridad cotidiana.