Vemos en los medios de comunicación la gran cantidad de plásticos que se encuentran en el mar, vemos cómo las tortugas, peces, delfines y un largo etcétera de animales marinos quedan atrapados y mueren. Incuso vemos imágenes de peces capturados que al abrirlos tiene en su cuerpo una cantidad tremenda de plásticos, tapones de bebidas, restos de redes… Es cierto, es tremendo.
Hoy sabemos que se encuentran micro plásticos en las zonas más profundas de los océanos, en el hielo de los polos, en los ríos e incluso en el Everest. Hay micro plásticos por todas partes. En lo más profundo del planeta y en lo más alto.
Podríamos decir que hay dos grandes tipos de plásticos: los que vemos y los que no. Los que vemos nos llama la atención y tienen un gran impacto, los que no vemos son los que acaban en nuestro organismo. Es un problema ambiental y de salud.
Los grandes plásticos, o que podemos ver, se dispersan por todo el mar, pero se concentran en grandes islas en cada uno de los océanos. Millones de toneladas. Solemos afirmar que tardan en desaparecer unos quinientos años, esto es cierto a medias. Tardan en desaparecer de nuestra vista ese tiempo, pero el plástico no desaparece, se fragmenta. El movimiento del mar, el oleaje, los efectos del sol, la sal y otros factores hace que se vaya micro fragmentando hasta que se convierte en pequeños trozos de plástico. Aquí ya no se enredan los peces, pero lo confunden con plancton y se lo comen. Peces de todo tipo y moluscos que se encargan de filtrar el agua y alimentarse de lo que capturan, se convierten en un gran contenedor de plásticos. La ciencia ya nos dice que este incremento de plásticos e incorporación de los mismos al organismo de estos seres vivos incide en su calidad de vida, esperanza de la misma e incluso en su conducta derivada hacia una vida menos en grupo y con mayor vulnerabilidad, además de una mayor violencia.
Estos micro plásticos fruto de la fragmentación de otros más grandes con el paso del tiempo, se complementan, y mucho, con otros que directamente arrojamos al mar.
Se considera micro plástico a aquellos que miden menos de 5 mm y nano plásticos a los que miden menos de 0,1 micras.
Cuando ponemos una lavadora con fibras sintéticas a altas temperaturas estamos disolviendo micro plásticos y enviándolos a los desagües, cuando nos lavamos los dientes y nos enjuagamos también desechamos micro plásticos. En general se usan estas micro “bolitas” de plástico en pastas dentales, cremas desmaquilladoras y similares, y son los que ayudan en ese proceso de fricción para lavar o quitar maquillaje. Muchas cosas que hacemos de forma cotidiana también inciden.
No se trata de considerar que los plásticos en el mar provienen de la costa y los que vivimos en el interior no tenemos ninguna responsabilidad. El 50% de los plásticos que se encuentran en el mar tienen su origen en el interior de los territorios.
Estos micro plásticos viajan por todo tipo de corrientes de agua, ríos e incluso por el aire. Luego los ingerimos al comer, pero también al respirar y al beber. En un estudio que han realizado en la Universidad de Newcastle, en Australia, y la organización ecologista WWF, han calculado cuanto plástico ingerimos de media cada uno de nosotros. Es tremendo. Nos dicen los científicos que el máximo plástico que podríamos tolerar estaría entorno a 0,5 gramos por día. Lo mejor y lógico sería nada. Pero este estudio nos indica lo que realmente comemos de media:
En una semana hemos ingerido unos 5 gramos de plástico aproximadamente, lo que sería el equivalente a comernos una tarjeta bancaria.
En un mes nuestra ingesta plástica estaría entorno a los 25 gramos, lo que viene a ser como si comiéramos una percha de ropa.
Y al año, sumaríamos unos 250 gramos, lo que viene ser unas 29 botellas de plástico de medio litro.
Increíble ¿verdad?
Parece evidente que podemos hacer cosas en el día a día. Podemos y debemos reducir de forma clara nuestro consumo de plásticos no biodegradables, podemos usar menos pasta dental con la misma capacidad de limpieza, poner temperaturas más bajas en las lavadoras y usar menos ropa con plástico en su composición, muchas cosas que sumadas a las de mucha otra gente cambian culturas e inciden en un mejor planeta.
Finalmente, podemos y debemos exigir a los productores de alimentos que no “sobre envasen” la comida, es decir, por ejemplo, que una manzana ya lleva el mejor envase posible, su piel, y no necesita otro. Envases los justos, necesarios y cada vez más con diseño y materiales biodegradables.
Porque somos consumidores, pero también ciudadanos y votantes. Seamos activos.