El queso fresco se ha convertido en un alimento habitual cuando se busca perder peso o llevar una alimentación más saludable. Se le asocia con cualidades beneficiosas, pero no todo lo que se dice sobre él es necesariamente cierto.
En el último episodio del pódcast Respostes que alimenten, la doctora Magda Carlas, experta en nutrición, analiza las propiedades reales del queso fresco y desmonta algunas ideas equivocadas.

El queso fresco: más agua, menos nutrientes
Según explica Carlas, "el queso fresco tiene más agua, pero lógicamente también menos densidad de nutrientes". Esto significa que, aunque es más fácil de digerir que un queso curado, su aporte de vitaminas y calcio es también más bajo.
Aun así, una de las ventajas del queso fresco es su versatilidad. Si se elige una variedad baja en sal, se puede combinar tanto con alimentos dulces como salados. "Una tostada con queso fresco, miel y fresas frescas por encima es una maravilla", comenta la nutricionista.

Para Magda Carlas, no todos los quesos frescos son iguales
Sin embargo, conviene saber que no todos los quesos frescos tienen la misma composición ni los mismos valores nutricionales. Existen muchas variedades y sus propiedades dependen del tipo de leche con la que se han elaborado y del proceso de fabricación.
"Pensar que una ensalada con una gran bola de burrata y unos tomates es algo ligero es una idea errónea", advierte Carlas. La burrata, aunque sea un queso fresco, contiene más grasa y, en algunos casos, más sal de lo que se suele pensar.

Cantidad y calidad, las claves
La doctora insiste en que lo más importante es tener claro qué estamos comiendo y en qué cantidad. "Cuanto más grasa y más sal tiene un queso, en general, menos cantidad deberíamos tomar", señala.
Así, el queso fresco puede formar parte de una alimentación equilibrada, siempre que se elijan bien las variedades y se controle la cantidad. La clave está en informarse y no dejarse llevar por ideas preconcebidas.

Cinco ideas fáciles con queso fresco
Además de ser un ingrediente ligero y versátil, el queso fresco se puede incorporar a muchas preparaciones del día a día. Aquí van cinco ideas sencillas para sacarle partido sin complicaciones:
- Tostada con queso fresco, miel y frutas: Ideal para desayunar o merendar. Se unta una rebanada de pan integral con queso fresco y se añade por encima un chorrito de miel y rodajas de fresas, plátano o melocotón.
- Ensalada con aguacate y queso fresco: Se combinan hojas verdes, tomate, pepino, aguacate y dados de queso fresco. Se aliña con aceite de oliva y un toque de limón.
- Pimientos del piquillo rellenos
- Se rellenan con una mezcla de queso fresco, atún y cebollino picado. Una opción ligera y sabrosa, perfecta como entrante.
- Pasta fría con queso fresco y verduras: Se mezcla pasta corta cocida con calabacín, zanahoria rallada, maíz y queso fresco en cubos. Se puede aliñar con una vinagreta suave.
- Queso fresco con tomate y albahaca: Se sirve el queso en rodajas acompañado de tomate natural y hojas de albahaca, con un poco de aceite de oliva y sal por encima. Sencillo y rápido.