Parece que todo cambia para que siga igual. Como los malos estudiantes a los que les quedan asignaturas para septiembre, el nuevo curso político empieza con la derecha carpetovetónica, PP Vox, enrocada en sus apriorismos para intentar desgastar al Gobierno de España, y sin intención alguna de arrimar el hombro en una situación tan inédita como la que estamos pasando, también en lo económico, por culpa de la pandemia de COVID. Todo esto, con una nueva condena al PP por despidos improcedentes a trabajadores suyos, supuestamente eventuales, con más de 30 años de servicio, o con la causa abierta del caso Kitchen, que evidencia la putrefacta organización de un PP que parece la 13 Rúe del Percebe, con el ex ministro Jorge Fernández Díaz  y la señora María Dolores de Cospedal a la cabeza.  Pero hablemos de cosas realmente serias, más serias, quiero decir, como es la literalidad de la vuelta al cole, de la docencia en este país, y del maltrato y riesgos que corren sus profesionales, como antes sucedió con la sanidad pública, por décadas de dejadez de los llamados “liberales”, y su mala gestión en aquellas comunidades donde siguen gestionando estas competencias.

Durante todos los años de gestión de la derecha en nuestro país, tanto desde el gobierno central como desde las comunidades autónomas que han gobernado, se ha hecho una sistemática externalización de lo público, eufemismo de la privatización, en especial de la Sanidad y la Educación, en favor de lo privado, y especialmente de sus amiguetes, como la justicia ha demostrado con varios altos cargos en prisión por este tema. Esta degradación de lo público ha hecho que, cuando ha llegado el momento crítico al que nos enfrentamos, la sanidad,  sector fundamental en nuestra sociedad, haya evidenciado las carencias de estos recortes. Lo mismo está sucediendo con el sistema educativo. Años de premiar y fomentar por parte de la derecha con conciertos los centros privados han demostrado la perversión de estas prácticas que, ahora, con una necesidad de ratios más reducidas, y medidas excepcionales, no son posible cumplir, con un peaje que vamos a pagar, a no tardar demasiado, en profesorado y alumnado, además de sus familias, contagiados. En la Junta de Andalucía, el rancio gobierno trifásico de la derecha envió sus instrucciones a las directivas de los centros a las 6 de la mañana de este miércoles 9 de septiembre, con los centros ya abiertos. Se supone que deberían haberlo hecho en julio, para que las directivas organizasen los protocolos, pero ha sido esta misma semana. Esto, que suena a improvisación de república bananera, ha sido proclamado en los medios como la fórmula magistral del señor Javier Imbroda y Jesús Aguirre, consejeros de Educación y Salud, respectivamente, de la Junta, como una “fórmula mixta presencial y online de los alumnos”. Esta perogrullada no aclara, sin embargo, cómo se mantienen las ratios por encima de los 20 alumnos que establecen los protocolos sanitarios, ni tampoco cómo se van a dar los contenidos a los alumnos a los que se les va a sustraer la mitad del tiempo lectivo. Para colmo, los supuestos profesores de apoyo que iban a contratar no llegan a lo necesario ni prometido, salvo para los colegios concertados, es decir, privados, a los que se les están dando, con dinero público, trato de favor. Por poner un par de ejemplos: en jerez de la Frontera, medio centenar de AMPAS (Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos) han denunciado por escrito “la ineptitud de la Junta”, y cómo, además, se han suprimido 411 líneas (que es como se llaman a los grupos de alumnos con sus ratios) de colegios públicos, en beneficio de los privados concertados;  de la misma manera, en el I.E.S. público  Santo Domingo de El Puerto de Santa María, Cádiz, se ha obligado a que alumnos de bachillerato se matriculasen en el privado concertado SAFA San Luis Gonzaga, al que no le salían los alumnos necesarios.

Lo de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, va en la misma línea que su gemelo monstruoso andaluz. Ni acciones claras de protocolos, ni profesorado de apoyo necesario contratado  a tiempo, ni tampoco, como en la Andalucía, servicios de limpieza adicionales para mantener la limpieza extra necesaria. Para colmo, la astracanada de citar para hacerse las pruebas Covid al profesorado el mismo día que se iniciaba el curso, con 24 horas de antelación mediante un correo electrónico, tarde y mal organizado, con la acusación infantiloide del consejero de educación Madrileño, responsabilizando a los propios docentes, por su mala organización, por lo que horas después tuvo que pedir disculpas. El centro de Leganés habilitado para hacer a los profesores las pruebas serológicas tuvo más de dos kilómetros de cola, como pasó ya con el centro Virgen de la Paloma,  siendo además un peligro para el contagio de los mismos, por la mala gestión de su consejero Enrique Osorio.  No se entiende que Juanma Moreno y Díaz Ayuso no sean ejemplos de buena gestión, con las clases que les daban al Presidente Sánchez  de cómo hacer las cosas, y con las vociferantes reclamaciones de recuperar sus competencias. Ahora las tienen, y no saben qué hacer con ellas o cómo hacerlo peor. Está claro que a la presidenta Ayuso la presidencia de Madrid le ha caído en la tómbola de VOX, y le viene muy grande. Parece ser que lo más que está capacitada para gestionar es la cuenta en redes sociales del perro de Esperanza Aguirre, su mentora. En cuanto a Moreno Bonilla, con ponerse de perfil y sonreír detrás de sus consejeros de verbena, parece que todo está arreglado.

Como hijo, sobrino y hermano de profesores, me lamento del maltrato institucional y social de la clase docente. Sin ellos, nuestra sociedad no tiene futuro. Algunos somos hoy lo que somos porque tuvimos la suerte de tener grandes maestros, maestras y profesores. Desafortunadamente, para una gran mayoría de padres, los centros educativos son aparcamientos de niños, y no son conscientes de que, sin medidas acertadas de seguridad, la salud de sus hijos y la de ellos y sus familiares, están en serio peligro. Sobre la educación y función formativa de los mismos, prefiero ni abrir el debate. Está claro que, hace mucho, dejó de ser importante para los que dicen ser los mejores gestores y, sin embargo, llevan toda la democracia denigrándola, vejándola y desmontándola, en beneficio de sus amiguetes de la privada. No vamos a tardar en ver clausurados centros con estas farsas de medidas pero, claro, la culpa y las responsabilidades, siempre serán de otros.