La exhumación de Franco ha levantado ampollas entre los que creían que era un tema superado. Los que insistían en que no había que reabrir viejas heridas estaban tranquilos.  Todo favorecía a sus intereses: Los suyos en los altares, los rojos en las cunetas y el dictador en el mausoleo.

Con la sentencia del Tribunal Supremo, se han dado cuenta de que la exhumación es inevitable. Y su reacción, ante un tema superado, no se ha hecho esperar. Es la demostración de que las heridas no estaban cerradas.

La intervención en la Asamblea de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que dijo “¿Qué será lo siguiente? ¿Las parroquias de barrio arderán como en el 36?”, sumada a las declaraciones del vicepresidente, Ignacio Aguado, que dijo que “el Gobierno regional hará todo lo posible para que no vuelvan a arder las iglesias en 2019”, nos ponen a los pies de los caballos de la historia.

Se han incendiado las redes sociales, sobre todo para reírse del patético espectáculo brindado por los líderes madrileños del Partido Popular y de Ciudadanos. Bienvenido sea el humor, pero no hay que perder de vista que este es un tema muy serio. Vuelven. Si se les da alas, vuelven.

Ya ha habido pintadas en las Casas del Pueblo del PSOE en El Escorial y en San Lorenzo del Escorial, en las que se podía leer “Viva Franco” o “Profanadores de tumbas”. En Valencia, los fascistas lograron desalojar un cine en el que se proyectaba la película Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar, al grito de “Arriba España” y “Viva Cristo Rey”.

El clima de crispación se ha instalado, cuando lo normal en cualquier democracia que se precie, sería que la exhumación de un dictador que está enterrado en un monumento público, fuera recibida con beneplácito por los ciudadanos. Y si no, al menos, con indiferencia. Y todo esto, cuando todavía no se ha confirmado la fecha del traslado. Todo invita al pesimismo. El día que se haga efectiva la exhumación, habrá verdadero peligro. Y cualquier medida de seguridad que se adopte será pequeña.

Insistían en que era una etapa superada, que Franco había muerto hace más de cuarenta años. La realidad es que, como decía el gran José Antonio Labordeta: “Ustedes están habituados a hablar siempre, porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! ¡Y es verdad, joder!

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com