Con una prima de riesgo absolutamente disparada, incluso después de unas nuevas elecciones legislativas griegas que en principio debían de traer tranquilidad y sosiego a los mercados financieros, está claro que el Gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy ha perdido toda o casi toda la poca credibilidad y confianza que tenía aún en Europa. Con una política errática y muy mal comunicada, con solemnes proclamas y promesas que quedan desmentidas solo en unas pocas horas por la realidad de los hechos, al Gobierno de Rajoy se le ha agotado ya casi todo el crédito que tenía.

Todo ello responde a algo tan simple a la falta absoluta de veracidad en las declaraciones públicas del Gobierno del PP. Como ya ocurriera en otros casos de nuestro pasado reciente –baste recordar unos pocos casos: desde la pertinaz atribución a ETA de la autoría criminal de los atentados del 11-M en Madrid hasta los célebres “hilillos de plastilina” con que el mismo Mariano Rajoy intentó reducir la gran catástrofe del “Prestige”, sin olvidar la excusa de aquellas supuestas y en realidad inexistentes “armas de destrucción masiva” con que el Gobierno del PP presidido entonces por José María Aznar llevó a España a participar en la invasión de Irak, o las reiteradas mentiras con que se intentó ocultar las responsabilidades gubernamentales en la tragedia aérea del Yak 42-, también el actual Gobierno del PP se empeña en utilizar la mentira como instrumento de su propaganda política ante una crisis económica sin precedentes. No obstante, en esta ocasión estas mentiras se enfrentan con una realidad todavía más tozuda, que queda en evidencia sobre todo en los grandes medios de comunicación internacionales, así como en las declaraciones públicas de los más destacados dirigentes tanto de la UE como del BCE o el FMI, por no hablar ya de los datos incontestables de las reacciones de los mercados.

Nos encontramos ahora metidos de lleno en una situación como la que se produjo en España aquella reacción popular ante el burdo intento de manipulación política que el Gobierno de Aznar hizo de los trágicos atentados terroristas del 11-M. Ahora, como entonces, necesitamos y queremos un Gobierno que no mienta.

Jordi García-Soler es periodista y analista político