El líder de la derecha procura desembarazarse de cualquier alusión que se refiera a la Dictadura. Tras conocerse el reciente escándalo de la Real Academia de la Historia, sólo se escuchó, en Génova 13, su silencio elocuente. Rajoy no se atrevió a decir en voz bien alta que Franco fue un dictador sanguinario o, si se prefiere, un asesino. A Rajoy  no le gusta en absoluto hablar de Franco y de la guerra civil. Elude como sea una cuestión que evidentemente le molesta y hasta le enoja. La verdad es que Rajoy es un franquista sociológico que no se atreve a salir del armario.

Balones fuera
Cuando en el año 2007 el PSOE exigió a Rajoy que dijera si justificaba el franquismo, inmediatamente después de que Jaime Mayor Oreja resaltara públicamente las bondades del Antiguo Régimen, el responsable máximo del PP tiró balones fuera. Y no se pronunció. Se limitó a aplicar la ley no escrita de que “quien calla, otorga”. Así es, al fin y al cabo, Rajoy. Él sabe que en su partido se sigue proyectando positivamente –al margen de algunas honorables excepciones- la figura del dictador y la de su ominoso régimen. Rajoy no quiere enfrentarse a la extrema derecha que anida, por supuesto, en el PP. Su centrismo es simplemente de pacotilla.

El abuelo galleguista
Es cierto que su abuelo fue galleguista y promotor del primer Estatuto de Autonomía de Galicia, que nunca pudo aplicarse porque quedó cercenado brutalmente como consecuencia del golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936.  Pero no es menos cierto que, salvo algún acto de reivindicación del abuelo, en diciembre de 2006, el nieto opta más bien por no exhibir demasiado la evocación  histórica de su abuelo. A Rajoy no le gustan los problemas. Le gustan los habanos y punto.

Impertérrito
De modo que Rajoy se ha mantenido impertérrito ante una de las primeras decisiones del nuevo alcalde de Sevilla, militante del PP, Antonio Zoido que anunció que quitaría a Pilar Bardem del callejero sevillano y, en su lugar, pondría el nombre de Antonio Burgos, un periodista que ha involucionado con el paso del tiempo y que se ha instalado hace ya muchos años en la caverna mediática.

La alcaldesa popular de Elche
También no ha dicho esta boca es mía al conocerse que la alcaldesa popular de Elche, Mercedes Alonso –elegida en las elecciones del 22-M-, ha ordenado que desapareciera el nombre de Dolores Ibárruri, la Pasionaria, de un jardin municipal. Asimismo manifestó que pondría el nombre de Vicente  Quiles, ex alcalde franquista, a una avenida de la ciudad. ¿Qué opina Rajoy de estos movimientos claramente orientados hacia la rehabilitación de Franco?  No opina nada. Él sigue escondido en el armario.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM