Y quien no la quiera que levante la mano. Por eso desde bancos, aseguradoras, fabricantes de vehículos y toda clase de empresas de servicios nos ofrecen financiaciones singulares y personalizadas, adaptadas a nuestras necesidades y según las posibilidades de cada cual. En España, el catálogo de modelos de financiación es múltiple y variado. Está el de los vascos y navarros vía concierto, el de los partidos políticos, el de la Iglesia Católica vía concordato y, si me apuran, los más recientes que consisten en rebajar impuestos a los más ricos para que puedan llegar a fin de mes y comprarse sin ahogos Maseratis o Lamborghinis

Este último modelo financiero lo han patentado las comunidades gobernadas por el PP, con distintas variantes adaptadas a grandes fortunas o a entidades implicadas en la privatización de la sanidad o la educación.

Como el Partido Popular ha puesto el grito en el cielo, hasta el presidente de los obispos pide "no poner en riesgo" la igualdad entre españoles por la presunta financiación especial a los catalanes, pero olvida que la Iglesia no paga el IBI, por ejemplo, de ninguno de sus edificios, incluidos hoteles, a diferencia del resto de la ciudadanía. 

En una de sus últimas portadas la revista humorística "El Jueves" pone en boca de un Feijóo muy enfadado: "La idea de una financiación singular es insolidaria, injusta y está fuera del ordenamiento jurídico... Y lo que es peor ¡Es una copia de nuestro programa electoral de 2012!".

Porque, no lo olvidemos, el PP catalán pedía hace doce años ya una financiación singular para su comunidad autónoma. Lo que entonces era una propuesta sensata hoy es anatema para la misma derecha.

Qué sector social o económico no ha pedido una financiación pública adecuada a sus necesidades. El Gobierno de España acaba de anunciar que va a ampliar las ayudas y las ventajas fiscales de los compradores de coches eléctricos a las personas y empresas que adquieran bicicletas eléctricas, corrigiendo así un agravio que beneficiaba a quienes tienen mayor poder adquisitivo.

Si todos deseamos y buscamos una financiación personalizada que nos permita aportar según nuestras posibilidades y recibir de acuerdo a nuestras necesidades, algo muy marxista, no veo dónde está el problema. En todo caso deberíamos esperar a cómo se concreta el nuevo encaje financiero en los Presupuestos de 2025 para volver al fragor de la discusión.