Jamás, en toda nuestra historia democrática pasada y reciente, un único partido ha tenido este monopolio práctico del poder, ni tan siquiera cuando el PSOE alcanzó su primera gran mayoría absoluta, en 1982, tras la desaparición práctica de la UCD. Porque el PP, si finalmente se confirman las previsiones de todos los sondeos, no sólo dispondrá de una muy amplia y cómoda mayoría absoluta parlamentaria que le garantizará la estabilidad del Gobierno presidido por Mariano Rajoy durante los próximos cuatro años. Además de detentar los dos grandes poderes del Estado, el legislativo y el ejecutivo, el PP dispone ya ahora de una sólida mayoría en el tercer poder, el judicial, y cuenta también con un control poco menos que absoluto del cuarto poder, el de los medios de comunicación, que se vería aumentado con el control de RTVE. Por si esto fuese poco, el PP cuenta también ya de antemano con el apoyo incondicional del poder económico, financiero y empresarial. Y el PP cuenta asimismo, en especial después de las pasadas elecciones, con su ya ahora casi absoluto monopolio del poder autonómico y municipal, con muy pocas excepciones.

Repito: jamás, en toda la historia democrática pasada y reciente de España, un único partido habrá conseguido acumular tanto poder como el PP puede tener a partir de este domingo. Evidentemente, si el PP acaba alcanzando todo este inmenso poder será a través de unos procedimientos inequívocamente democráticos. Por tanto, nadie podrá cuestionar la absoluta legitimidad de todo este gran poder. No obstante, para cualquier sociedad democrática una tan grande acumulación de poder conlleva riesgos muy graves. El siempre imprescindible equilibrio de poderes puede desaparecer por completo, o acabar siendo, como mucho, poco más que una simple entelequia.

Lo ha advertido Alfredo Pérez Rubalcaba, esforzado candidato socialista en estas elecciones: “Si al final las encuestas acertaran, lo que de verdad me preocupa es que la derecha se alce con el poder absoluto. Esta es la situación a la que iríamos. El poder absoluto es todo el poder: los Ayuntamientos, las Comunidades Autónomas, el Estado, más el poder institucional, el mediático y el económico, que la derecha no ha perdido nunca”.

La advertencia del candidato del PSOE está clara. Es todo un aviso a navegantes. Que nadie se llame a engaño: lo que este domingo está en juego no es sólo qué formación política gobernará España durante los próximos cuatro años sino sobre todo si el partido que gobierna lo hace con un poder absoluto y total, sin ningún equilibrio compensatorio, con todo el riesgo que ello puede representar para el futuro de nuestro sistema democrático.

Jordi García-Soler es periodista y analista político