Por si proliferaban las dudas y sus adversarios sacaban partido de algunas situaciones frágiles, Pedro Sánchez ha vuelto a exhibir que sabe bien lo que quiere. Decidido a navegar en aguas procelosas propias y ajenas, y a descolocar siempre que puede a la oposición, los cambios anunciados en el Ejecutivo reúnen nuevos planteamientos de futuro mientras mantienen los pilares básicos del mandato.

El primer mensaje que ha transmitido Sánchez con esta decisión es que el acuerdo con Unidas Podemos es sólido: Yolanda Díaz asciende a la vicepresidencia segunda, manteniéndose como titular del ministerio de Trabajo y dando la impresión de que Unidas Podemos marca el ritmo comprometido en el Gobierno de coalición.

Zanjada esta cuestión crucial para la supervivencia del Ejecutivo,  la segunda deducción que puede sacarse es que la economía de la recuperación es el punto clave y crucial para el Presidente. De ahí, el ascenso de Nadia Calviño a vicepresidenta primera, confirmando su representación como la eficiente ministra del Gobierno que mejor se maneja en Europa. Además, el ascenso en el escalafón vicepresidencial de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, supone el reconocimiento como activa conciliadora con empresarios y agentes sociales.

En tercer lugar, Pedro Sánchez ha dejado claro que dos bases del Estado, las Fuerzas Armadas e Interior, están bien dirigidas  desde su punto de vista ya que mantiene a sus actuales titulares, Margarita Robles y Fernando Grande Marlaska. En cuanto al nombramiento a la hasta ahora presidenta del Senado, Pilar Llop para ocupar la cartera de Justicia, no debe ser ajeno a su perfil progresista. Además es especialista en violencia de género, un dato significativo en los tiempos que corren. Félix Bolaños, nuevo ministro de la Presidencia y José Manuel Albares, designado para ocupar la cartera de Asuntos Exteriores, son dos hombres de confianza máxima de Sánchez.

¿Cómo interpretar el resto de los cambios? Por una parte, no hay  que olvidar que el PSOE celebra su Congreso en octubre. Es más que probable que los asuntos internos del partido tengan que ver con el cese de José Luis Ábalos, ministro de Transportes y hasta ahora secretario de organización el Partido Socialista, puesto al que ha renunciado.

El próximo cónclave del partido puede también estar relacionado con el relevo de la vicepresidente primera, Carmen Calvo. Y la continuidad en el Gobierno del líder de los socialistas catalanes, Miguel Iceta, ahora al frente del ministerio de Cultura y Deportes, abandonando el de Administraciones Territoriales, no parece subrayar la pretensión de fortalecer la presencia en el Gobierno del Partit del Soçialistes de Catalunya (PSC) del que Iceta es el máximo dirigente. Más bien, puede interpretarse como un gesto de pasar página del debate sobre los indultos a los condenados por el procés.

Como trasfondo político asoman cabeza las elecciones municipales en mayo de 2023 y también numerosos comicios autonómicos. El origen municipalista de algunas de las nuevas ministras parece un interesante equipaje en ese sentido. Los cambios en Moncloa tienen también la lectura de que es el momento de mirar hacia delante, con la vacunación avanzando a pasos agigantados y la inminente llegada de los fondos de la Unión Europea.

De ahí, que el Presidente resaltara que “hoy empieza el Gobierno de la recuperación”, en referencia a la renovación generacional emprendida. Un Ejecutivo nuevo para una etapa inédita. Adiós al marketing para épocas de crisis que representaba Iván Redondo como gran gurú monclovita y bienvenido Óscar López a la jefatura de Gabinete de la Presidencia. Su gestión fue destacable en la etapa del recordado Alfredo Pérez Rubalcaba.

Sobre la mesa, nuevos tiempos y nuevas ilusiones.