Las convocatorias electorales del 28M y el 23J, celebradas con menos de dos meses de intervalo, han dejado a los partidos políticos en un notable estado de agotamiento neuronal. Los del lado conservador lo han intentado casi todo y solo han cosechado una crisis interna en Vox y calabazas y frustración en el PP. En el lado progresista se ha optado por descansar y callar como la receta más eficaz para no liarla antes de tiempo.

En este compás de agosto, a la espera de cómo quede la composición de la mesa del Congreso y sobre quién recaerá la presidencia de la Cámara, conviene refrescar la memoria ciudadana y la de los nuevos y las nuevas parlamentarias con el abordaje de los temas para los que no se ha encontrado tiempo ni ocasión.

Entre las cuestiones pendientes hay una clásica y recurrente como la reforma de la financiación autonómica que se posterga legislatura tras legislatura por la casi total imposibilidad de llegar a un mínimo consensoque satisfaga a una mayoría.

Otra no menos importante es la economía sumergida, el factor que está detrás de nuestra resistente tasa de paro que no converge con la europea, y que muchos expertos no se explican por qué se mantiene alta pese a la bonanza económica y los logros alcanzados con la reforma laboral.

El cambio a la hora de Canarias es otra cuestión que no debería aplazarse más y que puede estar relacionada con nuestra menor productividad y con unos horarios que deberían converger con los europeos.

La fiscalidad verde es otra de las asignaturas pendientes en España y a la que todos los gobiernos temen hincarle el diente. El último ejemplo ha sido la marcha atrás en el impuesto por el uso de infraestructuras viarias como las autopistas, anunciada en plena campaña electoral del 23J. Habrá que legislar y revisar leyes recientes para incentivar comportamientos que palíen los efectos dramáticos del calentamiento global. El cambio climático va más rápido de lo que se pensaba y, como ocurrió con la pandemia, habrá que modificar muchas cosas: horarios de trabajo, modelos productivos,etcétera.

Aunque la sanidad es una competencia cedida a las autonomías, el ministerio del ramo tendrá que llevar al Parlamento las medidas necesarias para hacer realidad la historia clínica universal y la interoperabilidad de las tarjetas sanitarias de cada comunidad, dos problemas no resueltos todavía pese a su urgencia y necesidad.

Pero, quizás, el tema más imperioso en la nueva legislatura será el de la sequía que exigirá, además de poner de forma urgente un límite a la agricultura y ganadería intensivas, un plan hidrológico con especial hincapié en la desalación y en la reutilización de las aguas residuales, un ámbito este último en el que el Estado no cumple con Europa y es sistemáticamente multado por Bruselas por no depurarlas en su totalidad.

Este repaso temático deja fuera muchas cuestiones importantes y pendientes de un abordaje legislativo, pero todas las incluídas tienen acreditada su importancia, aunque hayan sido postergadas con todas la razones a su favor.