Sumar es un Podemos sin 15-M y un Vox en la izquierda lleno de purpurina. Sumar es brilli brilli, la segunda obra en la que Pedro Sánchez colabora como mecenas, el revulsivo para optar a un Frankenstein sin coleta. Sumar es la oportunidad de Pablo Iglesias para rellenar durante cuatro años su escaleta, una puerta que se le abre para su vuelta. Sumar es una resta con llevada. El sueño húmedo que se empezó a gestar hace año y medio en la cabeza de Iván Redondo. Sumar es un trend de Tik Tok. Un baile viral. Sumar es un retrato encargado por Sánchez a ChatGPT. Sumar es el comunismo de Disney Channel. El susurro convertido en ambición. La aspiración de meter la lucha sindical dentro de un hashtag; la juventud, en una bolsa de ésas que se llevan por Malasaña; la cultura indie y la pop, en una candidatura.  

Sumar es la nada queriéndose disfrazar de todo, poniéndose una cortina de vestido. Sumar son esos tacones que se ven bonitos en el escaparate de la zapatería, pero que luego en la práctica son muy incómodos. Sánchez es ese encargado pesado que te los acaba por vender a fuerza de empeño. Irene Montero e Ione Belarra se los compraron y hoy vienen empujadas por Iglesias a enseñarte las ampollas que les hicieron. Sumar es la prueba de que solo hay una cosa que haga mejor la izquierda que despellejarse entre ellos: ilusionarse. Sumar es el remake de las plazas. Sumar viene a asaltar los cielos a lomos de un unicornio. Pero mientras lo hace está sentado a la izquierda del padre Pedro y tiene alquilada una habitación en el Purgatorio.

Sumar es un círculo de borrachos de poder conocidos, una reunión de ex de Pablo Iglesias. El 15-M era el movimiento de los indignados. El 2-A es el movimiento de los abiertamente contrarios al morado dictatorial de Iglesias. Sumar es la “MaríaPombización” de la política, una ilusión dopada, un futuro fiado a un algoritmo. Sumar es una película de Eduardo Casanova; muy comentada y poco vista. Sumar es un chavea joven cagándose en todo lo que había antes y que luego pide unas irreprochables disculpas con cara de no haber roto un plato en sus 20 años de vida.

Sumar es una navaja sonriente, el tinte rubio más caro del mercado. Sumar es la suma de muchos intereses, pero sin un resultado fijo. Una matemática imprecisa, inexacta. Porque a veces el orden de los factores sí altera el producto. Sumar pretende sumar en una misma fragancia el perfume de Chanel y el olor de la barricada quemada y el tornillo. Sumar es un producto que corre el riesgo de ser admirado por su packaging, pero que a la hora de la verdad se deja en el estante. Sumar es el “Cruapán. Sumar es la ‘humildad’ de Pep Guardiola, esa humildad del que se autoproclama humilde. Sumar es un dardo a los que llevan en la mano un tirachinas. No somos de nadie, porque queremos todo. Voy a ser la primera presidenta del país, pero entro al acto escoltada por Mónica (Madrid) y Colau (Barcelona). ¿Dónde está Andalucía? Sumar es una incógnita, un signo de interrogación escrito con una caligrafía muy chula.