Mientras la banca cierra oficinas en pueblos y barrios, abre otras solo para ricos en los centros de las grandes ciudades bajo denominaciones muy selectivas como Banca Personal o Banca Privada, y en edificios de lujo. La industria hotelera también se apunta a la búsqueda del turista rico o muy rico. La mayoría de las aperturas de nuevos hoteles en Sevilla son de 5 estrellas GL (Gran Lujo) en los últimos meses.El glamping arrincona al camping de toda la vida en muchos destinos turísticos.

La industria del lujo bate récords de cifras de negocio a pesar de la guerra de Ucrania y el aumento de la inflación. Bodegas y almazaras compiten por destacar en productos gourmet cada vez más sofisticados y dirigidos a consumidores de alto nivel adquisitivo.

En el terreno de la sanidad privada, las compañías innovan con nuevos servicios pensados solo para sus clientes más exclusivos. En todos los ámbitos nos tropezamos con zonas VIPS, reservados y tratamientos premium o tops. 

En el mercado inmobiliario, la entrada de fondos de inversión, inversores  saudíes y emiratíes, acomodados latinoamericanos y refugiados de oro de países en conflicto disparan los precios y centrifugan a las clases medias a las periferias de las ciudades.

La maquinaria de la desigualdad echa humo empujada por el capitalismo iliberal y la ultraderecha planetaria que desprecia todo lo que sea diversidad, sectores vulnerables, minorías y culturas y religiones diferentes a la propia.

Las plataformas tecnológicas y los grandes medios de comunicación cumplen al milímetro con las directrices para secuestrar el tiempo y la atención con aplicaciones cada vez más alienantes y estupidizantes, que penetran en todos los sectores y sin distinción de edades.

En los foros y desayunos informativos patrocinados por empresas y medios en las ciudades y regiones gobernadas por la derecha ya no se invita a sindicatos o colectivos de la sociedad civil, solo a representantes de asociaciones empresariales o de autónomos y pymes como máxima expresión de la "nueva pluralidad".

El 23 de julio la sociedad española se juega mucho más que la continuidad o no de Pedro Sánchez, nos jugamos mantener una sociedad abierta, inclusiva, diversa... O apostar por una sociedad cerrada, excluyente y, sobre todo, abismalmente desigual.

El pin parental que Vox pide para colegios e institutos es solo el aperitivo de la ola censora que se nos viene encima. La Universidad de Valladolid ha prohibido celebrar en sus aulas una conferencia del magistrado emérito del Tribunal Supremo José Luis Martín Pallín, titulada "Democracia frente a la extrema derecha". También en la capital de Castilla y León el diputado de EH Bildu en el Parlamento Vasco Ikoitz Arrese renunció en marzo a participar en un congreso sobre los derechos LGTBI por las presiones del Comisionado para las Víctimas del Terrorismo, dependiente del Vicepresidente de la Junta, Juan García Gallardo, de Vox.

El porvenir de la alianza PP-Vox está en las batallas o guerras culturales contra el mundo del cine, los vetos a montajes teatrales en la Comunidad de Madrid, los boicots o denuncias a exposiciones que hieren sentimientos religiosos o la censura de libros en las bibliotecas escolares, como hacen los partidarios de Trump en Estados Unidos.

La cuestión no es Sánchez o España, sino como decía Cecilia "una España nuestra", ni tuya ni mía.