Hay veces en que un golpe de suerte hace que la inspiración venga a buscarnos cuando menos lo esperamos. Eso es lo que me pasó esta semana cuando, buscando tema sobre el que escribir, recibí un mensaje que me lo traía en bandeja. El mensaje era de un buen amigo bombero y el tema tenía miga. Y algo más.

Lo que me enviaba mi amigo era un vídeo resumen de la actividad de Bombers pel Mon, ONG valenciana, en el reciente y espantoso terremoto de Turquía. Confieso que antes de ponerme a escribir tuve que limpiarme las lágrimas y dejar unos minutos para que el vello de punta volviera a su estado natural. No era para menos.

Además del vídeo, donde, con imágenes tan escalofriantes como conmovedoras, se ven esos rescates de personas que pueden ser catalogados como milagros, me contaba la rapidez del reclutamiento de voluntarias y voluntarios para tal misión. Simplemente, se enviaron mensajes en demanda de ayuda por whatsapp, porque se necesitaban dos sanitarios y ocho bomberos. En menos de una hora ya había ocho personas dispuestas a viajar para ayudar, y diez minutos más tarde tuvo que cerrarse el cupo porque ya no cabía nadie más. No sabían con exactitud dónde iban, ni por cuánto tiempo ni en qué condiciones, no sabían si iban a tener una mínima seguridad, pero les dio igual. Junto con los perros, sin los cuales todo esto tampoco sería posible, se desplazaron hasta la frontera de Turquía con Siria, en un avión militar vacío por dentro con un ruido inmenso y muchísimo frío.

Me cuenta además que uno de ellos suspendió el viaje que tenía planeado para celebrar su aniversario con su pareja sin dudarlo un instante. Y yo, sin dudarlo tampoco, le dije que cosas como estas me devuelven la fe en la humanidad.

Esta es solo una muestra de la cantidad de profesionales que, dejándolo todo y sin pensar en el riesgo, han acudido a la llamada de esas personas indefensas que les necesitaban. Cada uno de esos rescates que nos cuentan los informativos es un milagro. Pero no solo para las personas rescatadas. Es un milagro para toda la sociedad. Porque en un mundo en el que cada vez hay menos referentes humanitarios y más egoísmo, encontrar personas así es maravilloso. Ojalá cunda el ejemplo. Y ojalá nuestra juventud se fije menos en tiktokers, youtubers e instragramers luciendo el último modelito o haciendo la enésima excentricidad y quiera imitar a estas heroicas personas. Aún hay esperanza.