El Auditorio Nacional de Madrid albergó el pasado jueves 27 de octubre la propuesta coral Sinfonía Argentina, con música compuesta por Daniel Doura, uno de los compositores argentinos de mayor prestigio internacional en este momento, y poemas del escritor y filántropo Alejandro Guillermo Roemmers. Una propuesta interdisciplinar, de grandísima altura, de la que asegura Doura, con razón, que “es una experiencia única… una experiencia sonora memorable”.

La orquesta Filarmonía de Madrid junto con el Coro Filarmónico De Brno (República Checa), considerado el mejor coro de Europa, bajo la dirección del maestro Roberto Montenegro, interpretaron esta obra en la Sala Sinfónica del Auditorio, en conmemoración del V Centenario de la primera vuelta al mundo de Magallanes-Elcano. La actuación contó con la participación del pianista Javier Negrín y el guitarrista Edoardo Catemario, especialista en guitarra morisca, insólito instrumento a caballo entre el laúd y la guitarra española, que nació de manos del poeta y músico andalusí Ziryab, en el siglo IX en la península. La incorporación de este instrumento para el solo de la segunda parte, son sólo es muestra de la sensibilidad, lo insólito y lo pensado de esta sinfonía que, a pesar de nacer en Argentina, tiene mucho de reivindicación de la cultura española en un amplísimo sentido.  Franciscus Productions lleva adelante este proyecto musical benéfico cuya recaudación con la venta de entradas ha sido destinada a tres ONGs que apoyan, protegen y dirigen proyectos para los niños más desfavorecidos, a través de diversas fundaciones como Fundación Querer, Unicef y Scholas, la organización del Papa Francisco de ayuda a la infancia. Sinfonía Argentina es un canto a la historia en común y al futuro compartido de los pueblos iberoamericanos. Es un homenaje a la hispanidad, un reconocimiento a la universalidad de lo hispano y una apuesta decidida por todo aquello que nos une. Discurso poco común, también, que choca frontalmente con la leyenda negra de la conquista española que tanto se han encargado de difundir, desde hace siglos, la cultura anglosajona, como forma de colonización soterrada de América, a través de la desvirtuación y reescritura de la historia. Un discurso en el que Roemmers entronca con el escritor  chileno y Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda que, en sus memorias, “Confieso que he vivido”, escribe: “Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaban arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.

Cuenta Daniel Doura que “el proyecto se inició en 2008 como una idea de Alejandro Roemmers de desarrollar una obra sinfónico coral con piano que represente los «paisajes culturales» de nuestra tierra con textos de los poemas que yo libremente elegí de la obra publicada de Roemmers”.

El escritor explicó que “la familia de mi madre emigró de España hacia Buenos Aires a comienzos del siglo 20. Me une a España la historia heredada de toda la familia, y ahora la dicha de integrarme a esta increíble nación donde la historia y su cultura son dignas de alto respeto y me llenan de ideas inspiradoras”, añade. Doura asegura que lo que más le atrajo del proyecto fue realizar un traje a medida a la petición de Roemmers de crear una obra al estilo clásico basándose en sus poemas. La concepción formal de una sinfonía no es algo que se pueda tomar a la ligera, pues es un género con una vasta historia de maduración y re-formulación. Mi propuesta en 4 movimientos principales tiene como modelo las obras sinfónicas de Sibelius, Nielsen y Mahler para dar una perspectiva del período histórico de donde he partido en lo formal”, explica. “Las melodías surgen de asociaciones libres de entonación de la poesía, lo imaginario visual de las metáforas y una invención personal de la energía de las ideas. Resulta difícil explicar en palabras solo lo que se puede expresar en música”, cuenta. “La instrumentación, que incluye solistas en piano y guitarra, están colmadas de símbolos que cuentan un cuento musical. La obra tiene múltiples lecturas y es una conjunción polifónica de colores unidos por el coro”, añade. La versión final de Sinfonía Argentina, de 2022, supone un “homenaje del cono sur de América a la épica odisea de Magallanes y Elcano en la primera circunnavegación del mundo. El titulo refiere a la Argentina como tierra de la plata, termino incluido en una pieza cartográfica del portugués Lopo Homen de 1554. La sinfonía es una experiencia única. Lo hemos vivido en el estreno mundial del concierto de la Orquesta Sinfónica Checa en la apertura de su temporada número 180 en Teplice y su posterior gira por Múnich y Praga”. Una sinfonía insólita, que hemos podido disfrutar en Madrid, y por la que se han reunido en la convocatoria, algunos de los máximos representantes de la cultura, los medios, la intelectualidad, la política y la sociedad del país. Desde los protagonistas, Alejandro Guillermo Roemmers y Daniel Doura, a premios nacionales como Luis Alberto de Cuenca o Antonio Hernández, directores de cine como Joaquín Llamas, periodistas como Beatriz Pérez Aranda, Samuel López y Diego Landaluce, actores,  escritores de todas las generaciones como María Asunción Mateo-a punto de publicar sus esperadas memorias en la editorial Berenica de Almuzara-, incluidos los más jóvenes y laureados como Jorge Pozo Soriano, Marina CasadoAndrés París, compositores como Valderrama,  y un larguísimo e importante etcétera. Sinfónica y resonante cita de la cultura panhispánica en Madrid, que aún resuena en las memorias de la cultura con mayúscula, en tiempos de arte líquido y minúsculo.