Empezando por el manchego Barreda que se llevó la palma y siguiendo por el extremeño Fernández Vara; el balear Antich; el  valenciano Camps;  el murciano Valcarce; y todos los demás con la gloriosa excepción de Patxi Lopez que ostenta superávit, trataron de superar  acuciantes necesidades presentes a cuenta de los contribuyentes de mañana.

A la luz de los actuales paradigmas, semejante comportamiento produce abominación pero en el pasado significaba timbre de gloria.

Los ciudadanos no miraban las cuentas, una abstracción para contables, sino los avances en sanidad, educación o equipamientos sociales. Eran tiempos felices en los que la financiación no planteaba problemas.

En definitiva, los caudillos regionales, siguieron al pie de la letra las recomendaciones que Monseñor  Escrivá de  Balaguer impartía a las organizaciones del Opus Dei: “Haced lo que se debe aunque se deba lo que se hace”. Y monseñor Escrivá subió a los altares.

Es lo que venían haciendo, desde tiempo inmemorial los buenos alcaldes, aquellos que la ciudadanía recuerda con devoción: transferir el problema de hoy a las generaciones futuras.

Un hecho de moralidad discutible, ciertamente, pero así funcionaban las cosas. Un comportamiento que ha llevado hasta el extremo el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, a quien probablemente Mariano Rajoy acogerá en la gloria del Consejo de Ministros.

Los paradigmas cambian y en las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo los candidatos competían en una subasta de sacrificios.

Y esta misma semana, las tres grandes agencias de calificación, Moody´s, Standard and Poor, y Fitch los vigilantes del déficit nos han tirado de las orejas amenazando con bajar la nota de nuestra deuda soberana.

El lunes Moody's nos reprendió severamente advirtiendo que los datos de déficit de las autonomías referidas al primer semestre ponían de relieve que son incapaces de cumplir con los objetivos.

Y ayer, Fitch rebajó la solvencia de cinco autonomías: Andalucía, Cataluña, Valencia, Murcia y Canarias avisando de la “perspectiva negativa” de la solvencia de España.

Habrá pues que impetrar rogativas a San Jose María Escribá de Balaguer para que nos ilumine sobre el camino a seguir en estos tiempos de zozobra.

José García Abad es periodista y analista político