En medio del hundimiento de UCD -el partido que había alentado el Rey-, la situación política, económica y social empezó a tambalearse peligrosamente en el conjunto de España.
El presidente del Gobierno, fichado por el monarca, no era un político conocido. Adolfo Suárez era un joven franquista, oportunista, listo y dispuesto -sobre todo- a pasar a la historia como héroe de la libertad.
Y lo logró. Pero a Suárez, los suyos –que eran bien pocos- no consiguieron protegerle. El Rey tampoco le protegió debidamente. La derechona, vestida entonces de caperucita roja, pronto sacó a los lobos.
De manera que, el aún presidente, apostó por su retirada de UCD. Hizo lo que casi nadie hace en la política y en el poder: dimitió de repente un mediodía. Salió dolido y a punto de fundar un partido centrista.
Él y su fiel general, Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno, junto al sensato comunista Santiago Carrillo, y se jugaron todos ellos la vida en aquella noche estremecedora del 23-F.
Si Juan Carlos I hubiera mirado a otra parte, la sombra de Franco, Pinochet y los coroneles griegos hubiera sido terrorífica
Han transcurrido 25 años desde el asalto de un sector de guardias civiles al Congreso de los Diputados. Y mientras, muchos generales de la Dictadura no obedecieron al Rey, otros, sí afortunadamente. Sigo subrayando, una vez más, que es una falsedad y una soberbia mentira sostener que el Rey fue aquel día el malo de la película. Se equivocó probablemente Don Juan Carlos I en cuestiones menores. Pero si este Rey de España hubiera mirado a otra parte, la sombra de Franco, de Pinochet y la de los coroneles griegos hubiera sido terrorífica.
Se necesita un 'Golpe de Timón' dijo el lúcido Tarradellas
El anciano Josep Tarradellas, president de Catalunya, tras cuarenta años de exilio -en Francia, concretamente- volvió a Catalunya. Fue una lástima que su edad impidiera mantenerse en la Presidencia de la Generalitat. Unos días antes del 23-F, Tarradellas había declarado en los medios de la época que, tal como estaba la situación global en España, era urgente cambiar de timonel. Se necesita un Golpe de Timón, dijo el lúcido abuelo Tarradellas.
Ahora, sin militares atacando, se necesita también un golpe de timón. Hace casi un cuarto de siglo, el timonel acertado fue Felipe González. En la actualidad, ese timonel se llama Pedro Sánchez. Tiempo al tiempo y cuanto antes, mejor.