Félix Bolaños va a tener que sumergirse en la lógica de la política en Cataluña de forma urgente para evitarle al presidente del gobierno nuevos sustos. El ministro de Presidencia y Justicia parece ignorar que Junts no tiene otro objetivo estratégico que hacer encallar la gobernación de España ni otra urgencia táctica que poner en ridículo a ERC. Y no será porqué estas prioridades sean un secreto. El episodio de los decretos leyes salvados (excepto el que hundió Podemos) per una abstención in extremis de los diputados de Carles Puigdemont certifica que Junts no considera a Pedro Sánchez como un socio parlamentario, si no como un instrumento para su política catalana, la única que le interesa.

La política catalana ha abandonado el Parlament (en sus horas más bajas) para instalarse en el Congreso de los Diputados, provocando una confusión sin precedentes. Esta españolización de la política catalana o la catalanización de la política española, según se prefiera, era impensable hace unas décadas. Este proceso no responde a un interés de Junts y ERC por implicarse en la política del Estado, todo lo contrario, se trata de un intento de capitalizar en beneficio propio (elecciones catalanas) la debilidad parlamentaria del gobierno del PSOE y de Sumar.

El gobierno español es para estos partidos un simple prisionero al que “sacar tajada”, como dicen las crónicas que dijo Jordi Turull ante la dirección de Junts al poco de cerrase la negociación para salvar los decretos. Las diferencias en la actitud de ERC y la de Junts responde al hecho de que los republicanos son también prisioneros del PSC, dada su condición de gobernantes de la Generalitat en minoría absoluta.

La clave dominante en la política catalana tras el fiasco de la proclamación de la independencia exprés es la aversión existente entre ERC y Junts, desde sus máximos dirigentes al último de sus militantes, pasando por el encono permanente entre sus respectivos prescriptores mediáticos. La fractura política y táctica entre ambos partidos propició la ruptura de su gobierno en Cataluña, habiendo trasladado finalmente su escenario de ajuste de cuentas al seno de la inestable coalición que invistió a Pedro Sánchez. La necesidad del presidente del gobierno de surfear entre estos dos contendientes implicará un peligro permanente para su continuidad en La Moncloa.

El peligro de futuro de la mayoría en el Congreso no radica en “las formas de la negociación”, como parece creer Félix Bolaños, (aunque seguramente son manifiestamente mejorables), si no en los objetivos reales de ambos partidos, una vez abandonada la tesis de la “independencia inminente e imparable” que compartieron durante un par de años.

El desinterés por el gobierno de Pedro Sánchez por parte de sus socios independentistas es clamoroso. La portavoz de Junts, Miriam Nogueras, lo explicitó per enésima vez en el debate de los decretos ley. No nos importa nada de lo que ocurra aquí, ni tampoco el futuro del gobierno Sánchez, vino a decir, salvo para visualizar que el estado solo responde al chantaje (parlamentario) y que ERC se vende por un plato de lentejas.

No sería difícil localizar una intervención de un portavoz de ERC en el mismo sentido antes de quedarse en minoría en el Parlament y de darse el caso de ser Junts el socio prioritario del PSOE.  El desdén por la gobernación del estado responde a la desconexión emocional respecto de España promocionada por los partidos independentistas durante el Procés, siendo probablemente ésta la herencia más palpable de aquella aventura, además de su particular guerra partidista.

El desenlace de la negociación a tumba abierta es muy satisfactorio para Junts. Con el compromiso de la aprobación de una ley orgánica para delegar en la Generalitat una parte de la competencia en inmigración, exclusiva del estado, Junts consigue dejar en evidencia al gobierno de ERC, por inoperante. El grado de éxito de la “tajada” dependerá del texto de la ley orgánica y de la negociación entre los ministerios afectados, sorprendidos por la improvisación del negociador gubernamental; pero Junts ha conseguido subrayar la singularidad de Cataluña en solitario. La primera consecuencia es que ERC tendrá más prisa que nunca para hacer efectivo el traspaso del servicio de Cercanías de Renfe, para empatar al menos con Junts.

El resto de los compromisos son de menor cuantía, excepto el IVA 0 del aceite, claro. La retirada de la mención a la cuestión prejudicial ante la justicia europea en la modificación de la Ley de Enjuiciamiento Civil es un logro simbólico, aunque fue, inicialmente, el motivo de la discrepancia. La potestad de los jueces españoles para efectuar la consulta prejudicial ya existe, según popularizó el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llerena, y, según la mayoría de los expertos, será inevitable su ejercicio en la aplicación de la ley de la amnistía.