La Unión Europea aprobó en tiempos de vigor económico una serie de normativas bajo la denominación genérica de bienestar animal. En esta Directiva, se regula hasta la saciedad los metros cuadrados de las cuadras, como debe hacerse el transporte, la convivencia de los animales, su espacio vital y hasta su tiempo de ocio.

Este debate sobre los “derechos humanos” de los animales puede ser entretenido en una animada charla en la terraza de un bar pero poco más. Esta semana, el responsable de Cruz Roja en Catalunya manifestaba que su organización está desarrollando la operación humanitaria más importante desde la guerra civil. Miles de personas acuden a diario a buscar comida o reciben algún tipo de ayuda para cubrir sus más mínimas necesidades como, por ejemplo, pagar el recibo de la luz, del agua o el alquiler. El responsable de la Cruz Roja añadía que además su organización no daba abasto. No es la única. Caritas está totalmente desbordada también y sus comedores se abarrotan todos los días.

Con este panorama, no deja de sorprender que la Generalitat aprobara un crédito de 10 millones de euros bajo el siguiente epígrafe el pasado 26 de abril: “El Gobierno aprueba un plan de soporte técnico para ayudar a los ganaderos a adecuar sus instalaciones a la normativa de bienestar animal”. El crédito, a coste cero, debe servir para que los agricultores no queden fuera de lo estipulado por la normativa de bienestar de la Unión Europea.

La sorpresa viene cuando se investiga que dice esta normativa que finaliza su periodo transitorio para las gallinas ponedoras a finales de este año y para las granjas de cerdos el próximo año. A saber, cada gallina tendrá un comedero cómodo, un nido aceptable y acceso al exterior. En caso de cría, cada gallina dispondrá de al menos 550 cm2 de superficie y un comedero que pueda ser utilizado sin restricciones. Tema cerdos, a saber. Cada animal tendrá su espacio vital, si se pelean deberán ser separados y en caso de estrés los animales deberán tener juguetes. Sí, sí no me he equivocado, juguetes para pasar sus ratos de ocio.

Tal y como están las cosas, los ganaderos catalanes deberán ponerse a cumplir esta normativa. En caso de no hacerlo podrían ser multados. Eso sí, los animales gozarán de un bienestar que para muchos ciudadanos que están atravesando el peor momento de su vida es poco menos que un insulto. El gobierno catalán se gastará 10 millones de euros. No ha dicho ni una palabra. De hecho, aprobó la línea de crédito camuflada bajo un aspecto técnico. Ante tantas cosas, la pregunta es evidente: ¿Quiénes son los animales?

Toni Bolaño es periodista y analista político