Estamos muy acostumbrados, Sr. Rajoy, a sus silencios y a sus estrategias basadas en la ambigüedad o el cinismo. Usted se mueve de forma aparentemente sibilina y, por ende, en algunos ámbitos cruciales, sospechosa. Actúa casi siempre como si fuera el príncipe de las tinieblas. Durante dos años largos ha maniobrado en la oscuridad tratando de proteger a Camps ante la justicia. Ha impedido por supuesto abrir una investigación interna dentro del PP para saber el alcance real del caso Gürtel. Usted políticamente es un cobarde.

Su coraza, la mentira
No se atrevió a llevar a cabo una limpieza a fondo en su partido. Prefirió blindar a Camps, un político que ha hecho de la mentira su coraza, porque lo único que pretendía Rajoy era repetir victoria en el País Valencià. Necesitaba el triunfo a cualquier precio en su carrera a la Moncloa.  Lo consiguió el 22 de mayo. Ahora le espera a Camps  un juez como Flors, laborioso, concienzudo y eficaz.

Ineptitud permanente
El líder de la derecha  ha dado de nuevo su talla de ineptitud permanente. Permite que sus palmeros mediáticos hayan comparado vilmente ayer a Alfredo Pérez Rubalcaba con el delincuente Luis Roldán, mientras que Flors advertía oficialmente a Camps que deberá sentarse en el banquillo de los acusados. Rajoy no es culpable directo del caso Gürtel, pero sí, como mínimo, parece cómplice, según numerosos indicios racionales de culpabilidad.

El maligno PSOE
¿Por qué el líder conservador no ha ordenado nunca a sus colaboradores más cercanos  -desde que estalló el escándalo Gürtel- poner en manos de la justicia este gravísimo asunto de corrupción que no ha hecho más que emerger gracias a los trajes regalados, cuando nos encontramos ya ante la punta de un iceberg enormemente comprometedor?  No conviene olvidar, en estos momentos, hasta qué extremo ha intentado personalmente Rajoy salvaguardar a Camps, quien llegó a decir hace un tiempo, en una cena-homenaje a su persona, que el Ejecutivo de Zapatero iba a llevar a España hacia un “Gobierno de Terror.”

Ataques y vejaciones
La inmensa mayoría de los argumentos de su defensa, utilizados por el presidente valenciano, no han sido hasta hoy más que ataques y vejaciones contra el Gobierno socialista. Camps se ha presentado reiteradamente como inocente y, en paralelo, como víctima del maligno  PSOE. Él se creía que eludiría a la justicia. Se ha equivocado. Nos alegramos  porque, entre otras razones, el Estado de Derecho sigue funcionando.

Las cloacas de la política
Carlos Fabra, el tristemente célebre cacique de Castellón, que arrastra múltiples causas judiciales por cuestiones vinculadas a presuntas corrupciones –experto sin duda en las cloacas de la política- le transmitió a Camps ayer mismo “toda su confianza” y le dijo que el juicio pendiente no implica “nada”. Usted, Sr. Rajoy, calificó públicamente a Fabra como un “ciudadano y político ejemplar”. ¿Lo recuerda o ha optado por la amnesia voluntaria?

“Amiguito del alma”
Tampoco ha movido un dedo, don Mariano, para exigir a Fabra que o actuaba con transparencia o que sería, al menos, expulsado del PP. ¿Puede un tipo como Rajoy, sin escrúpulos y sin ética política -como se observa con facilidad-, ser el presidente de todos los españoles honrados? Que contesten esta pregunta Camps, el de los trajes de su “amiguito del alma, te quiero un huevo”, y Fabra, el de los turbios tejemanejes.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM