La derecha española nunca se ha distinguido por tener un carácter sosegado y dialogante, pero en estos últimos tiempos y, de forma muy especial estos últimos días, su acritud e histeria está siendo excesiva incluso para sus laxos cánones de comportamiento. Aunque no soy psicólogo, y estoy convencido de que su caso necesita de un buen profesional médico, me aventuro a afirmar que esta agresividad le puede venir de las profundas contradicciones entre las que navega.

Es normal que cuando te has pasado años diciendo que en España no hay violencia de género, que aquí violan lo mismo hombres y mujeres, que asesinan en la misma proporción y que la mayoría de las acusaciones realizadas por las mujeres son falsas, ahora se te revolucionen las neuronas, al acusar a la ministra Irene Montero de facilitar la rebaja de condenas de esos abusadores, violadores y asesinos cuya existencia has negado hasta la extenuación.

Algo parecido les ocurre con la acreditación de españolidad. Niegan rotundamente que haya más nación dentro de nuestras fronteras que la española y afirman que vascos, catalanes, gallegos o canarios son tan españoles como los burgaleses. Pero cuando partidos políticos exclusivos de estos territorios participan en la política española, aprobando la subida de las pensiones para todos los jubilados españoles, la gratuidad del transporte público para todos los españoles, la limitación del precio de la electricidad en toda España o los presupuestos del estado sin los que serían imposibles estas medidas, entonces les niegan el derecho a hacerlo, porque dicen que no son auténticos españoles.

Y podría seguir poniendo ejemplos como la protección que hacen de la sanidad y la educación pública promoviendo la privada, la defensa de la inversión extranjera en España poniendo a parir a nuestro país en los pocos foros internacionales a los que son invitados o la extenuante defensa de una Constitución que se niegan a cumplir, impidiendo la renovación del Consejo general del Poder Judicial, desde hace más de cuatro años.

Poco les pasa para lo mucho que llevan a sus espaldas. Cualquier otra organización humana, con semejante desbarajuste mental, haría mucho tiempo que estaría ingresada con tratamiento de choque. Suerte tienen de que la lobotomía hace ya mucho tiempo que fue reprobada por la medicina.