Los pobres se han transformado en vulnerables o en personas en riesgo de exclusión, denominaciones que suenan mejor y asustan menos que la de pobre a secas. Se habla de pobreza energética porque los sustantivos adjetivados pierden contundencia y su concepto se hace más digerible. Y ya está sobre la mesa la pobreza ambiental, que está provocada por los efectos del cambio climático. Pero la pobreza aumenta al mismo ritmo que se incrementa la desigualdad en todo el planeta y país por país.

El Foro Profesional por la Infancia de Andalucía, una plataforma de estudio y debate que agrupa a siete colegios profesionales: Abogacía, Periodismo, Medicina, Enfermería, Educación Social, Trabajo Social y Farmacia, así como otras entidades: Asociación de la Prensa de Sevilla, Fundación Gota de Leche, Federación Andaluza de Medicina Escolar, Defensor del Menor y Fundación para la Formación y la Práctica de la Psicología, ha promovido la realización de un documental sobre la pobreza para analizar sus causas, sus consecuencias y las soluciones para eliminarla.

El empeño lo han titulado Dueños del Universo porque así los llamó Séneca el Viejo cuando se planteó que los pobres tenían que estar representados en el Senado romano. En las tres últimas semanas el corto documental que resume lo que será el largometraje ha sido testado con diversos públicos para recabar opiniones, sugerencias y críticas a un reto difícil de abordar porque la pobreza no vende y a pocos les gusta enfrentarse a un problema con responsabilidades muy repartidas.

Paco Palacios, el realizador del documental, plantea su propuesta sin enseñar la pobreza “porque ya la vemos a diario en la calle”, sin abrumarnos con cifras y estadísticas que están al alcance de un clic en la red. Lo que busca es invitar a pensar y reflexionar sobre la aporofobia, la actitud de desprecio y odio a los pobres.

El maestro Martin Caparrós acertaba el pasado 29 de enero en el dominical de El País: “Nada define mejor al mundo en que vivimos que ser capaz de producir alimentos para todos y no hacerlo. Nos comemos el planeta mientras una parte importante del planeta no consigue comer.”

Nos han robado la atención y no nos paramos a pensar en las amenazas de la exclusión social, de la precarización, de los salarios que no alcanzan para llegar a fin de mes, de las guerras que nos harán más pobres a todos. Pero que, como ha ocurrido con la pandemia, sirven para enriquecer aún más a la banca, las eléctricas, las petroleras, las farmacéuticas y al opaco conglomerado que ahora se refugia en el último y más de moda engañabobos: las criptomonedas.