Un informe predictivo de la UE sobre envejecimiento de la población europea y el cumplimiento de objetivos económicos ha puesto en entredicho las previsiones de gasto en pensiones del Gobierno de España y la previsible llegada, en 2025, de un déficit cercano a los 12.000 millones de euros; cantidad equivalente al pago mensual que hace el Estado Español en pensiones durante un mes. Es decir, un aviso a navegantes que llega desde Bruselas y que aquí, en los foros mediáticos habituales, se convierte en una sanción y condena al padre de esta política, el ministro Escrivá y, por lo tanto, también al presidente Sánchez. Y de aquí, de nuevo, al apocalipsis del “España se rompe”. Pero lo cierto es que es, únicamente, para bien o para mal, un anuncio, una previsión, un tal vez, un quizás, un a lo mejor, lo que ustedes quieran. Queda todo 2024 para aplicar soluciones. Y un año muy complicado, políticamente hablando.

Las pensiones públicas en España representan la mayor partida de los Presupuestos Generales del Estado. En 2023 se destinaron 190.684  millones de euros, cantidad que ha ido aumentando en los últimos años y que lo seguirá haciendo, porque la generación del “baby boom” empieza a jubilarse ahora. Si analizamos por tipo, la pensión media de jubilación del sistema se situó en 1.377,7 euros al mes. Y la pensión media de viudedad fue de 853,7 euros. Oiga usted, una pasta gansa, que da para vivir a lo grande, especialmente en algunas familias, donde el único ingreso fijo es precisamente la pensión del abuelo o la abuela.

Con estos datos, poca broma. No entremos en batallas mediáticas para desgastar al Gobierno y centrémonos en que esa predicción no se produzca, porque ese déficit de casi 12.000 millones habrá que restarlo de algún sitio, gobierne quien gobierne. Además, los dos grandes partidos políticos saben que sus votantes más fieles son los de mayor edad y que se pagan en España más de 10 millones de pensiones al mes o, lo que es lo mismo, 10 millones de votantes fieles, a los que hay que cuidar. Dicen, por cierto, que este esquema es precisamente el que pone y quita presidentes en Estados Unidos, como bien saben Joe Biden y Donald Trump.

En el caso de España, recuerden ustedes que la subida salarial media en 2023 fue de algo más de un 3%, mientras que a los pensionistas se les subió nada menos que un 8,5%; y un 3,8% fue lo fijado para 2024. No está mal, porque, no nos engañemos, son cantidades de subsistencia y pobreza y un gobierno progresista decidió, en su día, dar un paso, pequeño pero alentador. Destruir ahora ese camino sin ofrecer alternativas y quemar al ministro sin perdón nos lleva a una situación de indefensión de los más necesitados y un horizonte donde la única solución para los tecnócratas madrileños del PP es suscribir un plan privado de pensiones, al estilo de la Argentina de Milei, sin entender que los más necesitados no podrán dar ese paso y se quedarán en la estacada, con el consiguiente aumento de otros gastos, especialmente los socio sanitarios. Todos saldremos perdiendo. Además, hay quien olvida que los pensionistas también tributan, y mucho.

Es una situación muy compleja que, en su día, debió afrontar también el presidente Rajoy y optó por soluciones análogas a las que ahora se ponen sobre la mesa, como el afloramiento de la economía sumergida o el alargamiento, premiado, de la vida laboral, entre otros factores. Sería bueno que reinara la mesura en este asunto y se hiciera un trabajo conjunto, sin escuchar a agoreros ni a mentirosos compulsivos. Está en juego nuestro modelo de sociedad, donde, además, los jóvenes tienen derecho a que se les explique por qué cada mes se les retira una parte de sus cortos sueldos para pagar a los mayores. Algunos empiezan a no entenderlo, y no se lo reprocho.