Con lo ilusionados que estaban los dirigentes de PSOE y PP por lo que parecía un lento pero irreversible regreso al bipartidismo de toda la vida, no se le ocurre otra cosa a Iñigo Errejón que presentarse a las elecciones generales. No es que el antiguo (que raro queda usar esta palabra para hablar de Errejón) dirigente de Podemos suponga un peligro para la hegemonía del partido de Pedro Sánchez en el sector progresista, pero sí puede restarle  apoyos de votantes desencantados por el entusiasmo que los dirigentes socialistas han mostrado por pactar la investidura con la derecha.


Eso es al menos lo que muestran las primeras encuestas realizadas tras el anuncio de Más País! (la financiación parece que sólo les da para poner el signo de admiración del final) de que se presentará a los comicios electorales en circunscripciones de más de 9 diputados. Lo que al principio parecía una maniobra, aplaudida por los sectores mediáticos próximos al PSOE, para facilitar la fuga de afiliados y votantes podemitas, con los días se está convirtiendo en una muestra de que la estrategia de Pedro Sánchez está resultando, como sus intentos de investidura, fallida.

El abrazo de bienvenida de Sánchez a Errejón tras el anuncio de que se presentaba a las elecciones, bien pudiera convertirse, conforme se vaya acercando el 10 de noviembre, en una llave de judo. Aunque Más País! haya anunciado que los votos de sus diputados estarán al servicio de un gobierno progresista, si Pedro Sánchez no consigue aumentar el número de escaños, su operación habrá sido un completo fracaso. Volver a negociar la investidura, desde una posición igual o inferior, habiendo dado la posibilidad a la derecha de conseguir el gobierno, es algo que muchos votantes de izquierda tardarán en olvidar.

Errejón también puede acelerar la disgregación que desde hace meses está padeciendo el partido de Pablo Iglesias. De momento ya ha conseguido restarle socios importantes en autonomías de relevancia como Valencia o Galicia y, también, de partidos asociados como Equo. El irónico desprecio mostrado por Iglesias por el que fuera su número dos, sólo se entiende desde el miedo que provoca en las filas podemitas la posibilidad de repetir la historia de IU. Pocos conocen mejor que Errejón las endiabladas relaciones que existen entre los diversos socios que se integran en Podemos, y nadie mejor que él para saber que cables cortar para provocar la implosión del partido que ayudó a fundar.

Un más que probable derrumbamiento de Ciudadanos en los comicios podría desencadenar el derrocamiento de Albert Rivera y la posibilidad de un gobierno a tres con PSOE y Más País! Si así fuera, Podemos y VOX quedarían apartados en los extremos, muy alejados del poder y el PP recuperaría su papel de único e indiscutible líder de la derecha. Mientras, Pedro Sánchez tendría que cruzar el desierto de la recesión que se avecina, al frente de un gobierno posiblemente dividido y con difícil conjunción ideológica. Sánchez es un campeón de las damas, pero un novato ajedrecista.