Los ciudadanos se están enfadando, y mucho, con los políticos o al menos eso indican los resultados de la encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas que se acaba de conocer. A riesgo de generalizar, el consabido mantra “los políticos son todos iguales” suele ser una expresión que, si bien no es raro escucharla, por suerte no arrasa entre el electorado de nuestro país. De todas maneras, no conviene tensar la cuerda.

Hay algunos líderes políticos que se empeñan en alejarse de la gente y lo cierto es que tanta vacilación e intriga para componer los gobiernos autonómicos y municipales, o el acuerdo que no llega para la investidura del presidente del Gobierno, no ayudan a recomponer la situación.

En todo caso, hay que añadir la percepción de que hay formaciones que entienden la política como una nómina vitalicia para los electos y su extenso entorno. De este modo, interpretan que acceder a un gobierno de la instancia que sea, puede suponer garantizar el futuro laboral propio y de un nutrido colectivo de afines. Eso es lo que subyace en esa irritación que va subiendo de sondeo en sondeo, según advierte el CIS. Esas veleidades son especialmente nocivas.

El mismo sondeo del CIS señala una subida hasta un 40% en intención de voto para el PSOE, un leve ascenso del PP – que cuando está callado mejora en posibilidades- y un leve descenso de Ciudadanos, aunque se confirmaría el sorpasso del partido del denostado Albert Rivera.  Unidas Podemos caería más de dos puntos.

Llegó el turno, cómo no, de las quejas sobre el llamado –despectivamente- CIS de Tezanos, por parte de los que ven resultados poco halagüeños para sus intereses. Harían bien en llamarse a silencio, después del ridículo que hicieron riéndose de un CIS que acabó clavando los resultados de las generales.

En apariencia sería bueno para Pedro Sánchez, si se decidiera a convocar nuevas elecciones, obligado por las circunstancias y los caprichos de su socio preferente, Pablo Iglesias, que sigue poniendo palos en las ruedas. El riesgo de esa convocatoria sería la abstención, mala para todos.

El penoso espectáculo al que asistimos en comunidades como Madrid o Murcia, donde incluso se cruzan insultos escandalosos entre los ultraderechistas de Vox y Ciudadanos, lleva al esperpento. En el caso de Madrid, Ciudadanos y PP se han puesto de acuerdo para retorcer el reglamento e impedir que Ángel Gabilondo se presente como candidato al pleno de investidura. Hay que recordar que, para los naranjas, Gabilondo es poco menos que un ultra y quieren evitar a toda costa, incluso jugando sucio, que sea presidente de la Comunidad de Madrid. Pero la sombra de Manuel Valls es muy alargada y llega desde Barcelona a la capital del reino. No vaya a ser que sigan apareciendo diputados autonómicos díscolos entre los de Rivera y Gabilondo consiga los apoyos necesarios.

La actitud de Pedro Sánchez, en cambio, se mantiene serena. El presidente socialista en funciones lo ha resumido así: “Queremos acuerdo y dar tiempo a la negociación, por eso la investidura se fija el 22. Si hubiéramos querido repetición electoral, se habría fijado para esta misma semana”. Señores políticos: eso es lo que los ciudadanos reclaman, sensatez y que cuanto antes se pongan todos a trabajar.