Se cumple esta semana el décimo aniversario del anuncio del fin de la  violencia por parte de ETA. Coincidiendo con esta importante fecha, Arnaldo Otegui, por primera vez desde la fundación de la banda terrorista, ha hecho pública una declaración en la que traslada el pesar por el dolor causado a las víctimas y reconoce que el mismo nunca debió haberse producido.

Tanto el PSOE como el PNV han tomado estas palabras como un paso positivo, pero insuficiente en el camino de la reconciliación definitiva en Euskadi. Como era de esperar, el PP y VOX no sólo lo ven insuficiente, sino que consideran que las palabras de Otegui son una burla.  El presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, publicó un tuit que decía: "Lo de Otegi es una broma macabra diciendo que tratará de mitigar el dolor de las víctimas, quien no conjuga la palabra condena, justifica a ETA y organiza vomitivos ongi etorris a los etarras desde Bildu. No la condenará nunca por haber sido miembro de ETA. Se ríe de las víctimas".

Hay que reconocer que Iturgaiz tiene una buena parte de razón. Para las víctimas de ETA, como para las de cualquiera que haya padecido la violencia, es esencial oír, por parte de quien dice reconocer el dolor y el error, la palabra "condena", explícita e inequívocamente pronunciada. Tampoco se debe permitir, en ninguna de sus formas, que participe en actos de homenaje a quien tiene las manos manchadas de sangre.

El caso de Otegui y de Bildu no es único en nuestro país. En España hay dos partidos políticos herederos directos de la mayor banda criminal organizada que ha conocido la vieja piel de toro: el franquismo. Como en el caso de Bildu, los fundadores de Alianza Popular, conocida en la actualidad como Partido Popular y escindida en parte en VOX, venían directamente de la dictadura culpable de cientos de miles de asesinatos y de millones de casos de torturas y de secuestros, que en aquella época se llamaban encarcelamientos.

Desde el fin de la dictadura son incontables los homenajes que la derecha española ha celebrado en honor de los criminales, la última, protagonizada por el alcalde de Madrid,  hace tan solo unas semanas, recuperando el nombre de una calle en honor del general golpista y, en consecuencia, genocida,  Millán Astray.

Dice también el Partido Popular que Otegui debe ayudar a aclarar los más de trescientos asesinatos de ETA de los que aún no se conoce el autor directo. De nuevo completamente de acuerdo, lo que no se entiende es que pidan este razonable gesto al dirigente de Bildu y, nieguen el derecho a los familiares de los asesinados durante el franquismo no ya a saber quien los mandó asesinar, si no ni tan siquiera a averiguar donde yacen sus huesos.

Siendo la declaración de Otegui insuficiente, hay que reconocerle que su gesto lo coloca por delante de PP y VOX. Del segundo aún no se ha oído una sola palabra de condena al franquismo, ni de compasión con sus víctimas, y las pocas que ha realizado el PP siempre se han visto ensuciadas por estudiados y  miserables circunloquios.