Javier Ortega Smith ha subido en sus redes sociales un par de vídeos en los que asume el rol de sheriff de Madrid. Se enfrenta a okupas y a manteros, rozando la amenaza y el hostigamiento, para intentar convencer a los votantes de que es una ciudad peligrosa. Su estrategia roza lo burlesco y es una falta de respeto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, verdaderos artífices de la seguridad en nuestras calles.

¿Habéis visto ´El hombre que mató a Liberty Balance´? Es un western sobre el fin del western. John Ford apaga los focos de un mundo que ya no existe. Sus dos protagonistas, Ransom Stoddard y Tom Doniphon, representan dos formas de entender la vida. La ley frente a la fuerza. La comprensión frente a la imposición. La inteligencia frente a la más elemental de las durezas. El futuro frente al pasado. James Stewart frente a John Wayne. El senador frente al vaquero.

Más allá del romanticismo, queda claro con Ford que el Oeste perece bajo el imperio de la ley y que son tiempos nuevos. Que los disparos en la madrugada darán paso a una justicia reposada y elaborada. Que el progreso no sólo es un tren que atraviesa el desierto y jubila las diligencias, sino una forma de entender la vida: la fuerza es un recurso estéril. La violencia sólo engendra más violencia. El ser humano tiene que aprender a regular su convivencia desde el respeto, desde la cercanía, con responsabilidad, seriedad y equilibrio.

Hemos ido a mejor. Por más que algunos partidos se empeñen en lo contrario; en decir que nos deshacemos como sociedad, que esto es insostenible, que el Oeste ha vuelto a nuestras calles. Por más que algunos partidos se agarren a la excepcionalidad para justificar su tremendismo. Por más que algunos cargos electos, con formación jurídica, con un conocimiento meridiano de la sociedad, ignoren la realidad y se conviertan en charlatanes y asustaviejas.

España no es perfecta, pero las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hacen un trabajo excepcional. La tasa de criminalidad nos dice que la delincuencia no es un problema de primer orden en nuestro país. Existe, claro que existe, pero se combate con seriedad, con talento y con valentía por quienes tienen que hacerlo. Profesionales formados, que aman nuestra tierra y que a veces dan su vida por la nuestra. Esto no es el Oeste, esto es un Estado que garantiza los derechos, que legisla con dureza y que juzga, quizá con lentitud, pero con severidad y conciencia.

Las mamarrachadas twitteras de Ortega Smith, candidato a la alcaldía de Madrid por Vox, nos quieren trasladar a una realidad que sólo está en su cabeza. En estos vídeos bochornosos, el político hispano-argentino quiere asemejarse a Tom Doniphon -ya quisiera acercarse a los matices del personaje y las hechuras de Wayne, pero entiéndame la comparación-, ese pistolero que ignora la ley y que pretende asumir la impartición de justicia como un jinete que cabalga al margen de un mundo que ya no está hecho para él. Su Liberty Valance, su enemigo, su rival, no tiene la presencia ni la maldad de Lee Marvin en la maravillosa película de Ford. Ortega Smith reprende a okupas fans de Bob Marley y a negros que venden gafas falsificadas. Su contrario no es una economía de mercado descontrolada, una realidad inmobiliaria vampírica o unas tasas municipales inasumibles; no. Nuestro pistolero hacendado va a por el extremo más débil de la cadena. Matón con personas que ni siquiera entienden lo que dice y que huyen creyéndole un policía de incógnito.

«No tenemos tiempo para nuestros amigos, pero tenemos todo el tiempo del mundo para nuestros enemigos», escribió Leon Uris. La candidatura de Ortega Smith no quiere construir, sólo derribar un mundo que ya no le pertenece. El vaquero está solo. Ahí quedó con sus flores de cactus. A lomos de un caballo enclenque, con un crepúsculo dibujado como fondo. El mundo es otro, Javier. Y tú lo sabes, pero te aferras a un tiempo que nunca fue el tuyo. Porque sabes que el miedo pide menos explicaciones que la esperanza. Porque sabes que una mano que tiembla es más fácil de guiar que una mano firme. El mundo es otro, Javier. Vox es un partido político, no sois los sheriffs de ningún condado. No tenéis que perseguir a los cuatreros. Ya lo hacen la Policía y la Guardia Civil mucho mejor que vosotros. Lo vuestro es legislar, lo vuestro es llevar trajes de chaqueta, estudiar, leer muchos papeles, escuchar a los funcionarios, oír a los ciudadanos, y dejar de colaros en una película que sólo existe en vuestra cabeza.